Ikyu (que significa "reposo, descnaso") un célebre monje del pasado, era hijo del emperador.
Su padre lo confió a un templo; pero todo el mundo sabía que era un príncipe.
Más tarde llegó a ser abad del templo más bello de Kyoto, e introdujo la ceremonia del té, de la que es el fundador.
Su kimono estaba deshilachado como el de un mendigo.
Un día, un hombre rico lo invitó a una ceremonia conmemorativa por sus antepasados. Ikyu se presentó en la mansión vestido como un mendigo porque vivía muy pobremente, y los criados, tomándolo por un pordiosero, lo echaron.
Entonces, Ikyu volvió al templo y por primera vez, se puso un bellísimo kimono violeta, un rakusu dorado, bonitos zapatos y un hábito de seda blanca. Vestido así se dirigió a casa del hombre rico donde le estaban esperando. Allí recitó sus oraciones.
Cuando terminó la ceremonia se dirigió al comedor y los criados pusieron manjares deliciosos ante él. Su mesa estaba cubierta de platos.
En Japón, se pone una mesa ante cada invitado; a veces hasta tres mesas en los banquetes más refinados. Entonces Ikyu dobló su kimono.
“Tendrá ganas de beber”, pensaron sus anfitriones. Pero él puso su kimono ante la mesa y no tocó los platos.
— ¿Por qué no come usted? –le preguntaron.
Ikyu respondió:
— Este banquete no me ha sido ofrecido a mí. Le ha sido ofrecido a este kimono violeta, así que él es quien debe comérselo.
(Cuento zen)
sábado, 7 de febrero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario