jueves, 25 de marzo de 2010

Sándalo


Érase una vez un hombre que no conocía la madera de sándalo, pero había escuchado mucho sobre sus excelencias. Nació así en él un fuerte deseo por conocer esa clase de madera tan ponderada y entonces decidió escribir a sus mejores amigos para pedirles un pedazo de esa clase de madera. De este modo, escribió numerosas cartas y en todas ellas hacía la misma petición:
-«Por favor, enviadme madera de sándalo.»
Y un día, de repente, descubrió que el lápiz con el que llevaba meses escribiendo aquellas cartas era precisamente de olorosa madera de sándalo.

El ser humano busca la felicidad fuera de él, cuando la verdadera y estable felicidad se halla en su interior. Pide lo que ya tiene, busca lo que nunca ha perdido...

(Cuento zen)

martes, 23 de marzo de 2010

El Muro


Dicen que una vez un hombre era perseguido por varios malhechores que querían matarlo. El hombre ingresó a una cueva. Los malhechores empezaron a buscarlo por las cuevas anteriores de la que él se encontraba. Con tal desesperación elevó una plegaria a Dios de la siguiente manera:

"Dios todopoderoso, haz que dos ángeles bajen y tapen la entrada para que no entren a matarme". En ese momento escuchó a los hombres acercándose a la cueva en la que él se encontraba, y vio que apareció una arañita. La arañita empezó a tejer una telaraña en la entrada. El hombre volvió a elevar otra plegaria, esta vez más angustiado:

"Señor, te pedí ángeles, no una araña." Y continuó: "Señor, por favor, con tu mano poderosa coloca un muro fuerte en la entrada para que los hombres no puedan entrar a matarme". Abrió los ojos esperando ver el muro tapando la entrada, y observo a la arañita tejiendo la telaraña. Estaban ya los malhechores ingresando en la cueva anterior de la que se encontraba el hombre y éste quedó esperando su muerte. Cuando los malhechores estuvieron frente a la cueva en la que se encontraba el hombre ya la arañita había tapado toda la entrada, entonces se escucho esta conversación:

Primer hombre: "Vamos, entremos a esta cueva."

Segundo hombre: "No. ¿No ves que hasta hay telarañas?, nadie ha entrado en ésta."

(Anónimo)

El nacimiento del Arco Iris


Érase una vez en que los colores del mundo comenzaron a reñir. Todos reclamaban que ellos eran el mejor, el más importante, el más útil, y el favorito.

El Verde dijo, "Claramente yo soy el más importante. Soy el signo de vida y de esperanza. Fui escogido para el pasto, los árboles y las hojas. Sin mí, todos los animales morirían. Miren el campo y verán que yo estoy en la mayoría."

El Azul interrumpió, "Ustedes solo piensan de la tierra, pero consideren los cielos y el mar. Es el agua la que es la base de la vida y es elevada por las nubes del mar profundo. El cielo da espacio y paz y serenidad, sin mi paz Ustedes todos serían nada."

El Amarillo se rió, "Ustedes son todos tan serios. Yo traigo risa, regocijo, y calor al mundo. El sol es amarillo, la luna es amarilla, las estrellas son amarillas. Cada vez que mire un girasol el mundo entero empieza a reír. Sin mí no habría diversión."

El Naranja próximo empezó a tocar su trompeta. "Yo soy el color de la salud y la fortaleza. Puedo ser escaso, pero soy precioso porque sirvo las necesidades de la vida humana. Llevo las más importantes vitaminas. Piensen en las zanahorias, las calabazas, naranjas, mangos, y papayas. Yo no ando rondando por ahí todo el tiempo, sino cuando lleno el cielo a la salida y puesta del sol, mi belleza es tan notable que ninguno da otro pensamiento a ninguno de Ustedes."

El Rojo no podía aguantar por más tiempo, gritó, "Yo soy el regente de todos Ustedes! Soy sangre — la sangre de la vida! Soy el color de la valentía. estoy dispuesto a pelear por una causa. Traigo fuego en la sangre. Sin mí, la tierra estaría tan vacía como la luna. Soy el color de la pasión y del amor, la rosa roja, la poinsetia y la amapola."

El Púrpura se levantó a su plena altura. Era muy alto y habló con gran pompa. "Soy el color de la realeza y del poder. Los reyes, jefes, y obispos me han siempre escogido a mí, porque soy el signo de autoridad y sabiduría. La gente no me cuestiona! ellos escuchan y obedecen."

Y así los colores fueron jactándose, cada uno convencido de su propia superioridad. Su riña se puso cada vez más ruidosa. Súbitamente hubo un relámpago de luz brillante, el trueno tronó y retumbó.

La lluvia empezó a caer sin clemencia. Los colores se agacharon de miedo, acercándose los unos a los otros para confortarse. En medio del clamor, la lluvia empezó a hablar:

"Ustedes tontos colores, peleándose entre Ustedes, cada uno tratando de dominar al resto. ¿No saben que cada uno de Ustedes fue hecho con un propósito especial, único y diferente? Únanse de las manos y vengan conmigo." Haciendo como a ellos se les dijo los colores se unieron y unieron sus manos. La lluvia continuó: "desde ahora en adelante, cuando llueva, cada uno de Ustedes se estirará a través del cielo en un gran arco de color como un recordatorio de que Ustedes todos pueden vivir en paz. El Arco Iris es un signo de esperanza para el mañana."

Y así, siempre que una buena lluvia lava al mundo, y un arco iris aparece en el cielo, recordemos en apreciarnos los unos a los otros.

domingo, 21 de marzo de 2010

El ser más poderoso del mundo


Paseaba cierto día un nigromante indio por la orilla del Ganges, cuando acertó a volar sobre su cabeza un búho que llevaba un ratoncito en su corvo y agudo pico.

Asustada el ave, soltó la presa, y el nigromante, que era hombre de delicados sentimientos, tomó el magullado ratoncito, y después de curarlo lo transformó en una encantadora joven.

-Ahora, amiga mía, se trata de buscaros un esposo. ¿A quién os placería dar vuestra mano? Sabed que yo soy un gran mago y poseo el don de ejecutar los mayores portentos y satisfacer todos vuestros deseos.

Mirábale la hija adoptiva contenta, y sus ojos brillaban de alegría.

-Pues bien: me gustaría ser la esposa del ser más poderoso del universo -le respondió.

-Nada hay en el mundo más grande y excelso que el Sol -replicóle el encantador-. Así, pues, os casaré con el astro rey.

Y el mago suplicó al Sol que aceptara la mano de su protegida.

-Yo no soy el ser más poderoso -respondió el Sol-. Mirad si no cómo basta una nube para cubrirme y velar mi luz. Ella es más fuerte y su poder sobrepuja al mío.

Acudió el hechicero a la nube y le ofreció la mano de la joven.

-Hay una cosa más fuerte que yo -le respondió la nube-. El viento me arrastra donde le place.

Pero luego vio el mago que la montaña era más poderosa que el viento, pues, elevándose altiva entre las nubes, detenía con su mole los más fieros vendavales.

-Alguien es más fuerte que yo -dijo la montaña-. Mira aquel ratoncillo que me horada y vive en mi seno contra mi voluntad. Mi poder, que divide las tormentas, no basta para infundir respeto a esa bestezuela.

Quedó el mago entristecido por el fracaso de sus tentativas, pensando que su protegida no consentiría descender a ser la esposa de un ratón. No obstante, acababa de aprender que el ratón era el ser más poderoso del mundo. Convirtióla, pues, de nuevo en una ratita y la casó con el ratón de la montaña, que la hizo feliz, y así vivieron ambos dichosos largos años.

Por mucho que alteremos nuestra apariencia, en el fondo siempre seremos los mismos.

(Anónimo)

Tinkus (el camaleón que no podía mimetizarse)



En la margen suroeste de la selva amazónica, el primer lunes de la primavera, nació Tinkus. A diferencia de los otros camaleones bebés de la maternidad, él no podía cambiar de color. Sin embargo, por muy evidente que eso fuese, sus padres no se dieron cuenta. Quizá estaban tan felices por traer un hijo al mundo que les impedía ver cualquier defecto. O quizá fue otra la razón, porque no sólo ellos lo pasaron por alto, sino también la matrona, los enfermeros, las pacientes y las visitas. Lo más probable es que haya sido la costumbre. Mimetizarse con el entorno estaba tan asumido como respirar. Sólo hacían ciertas referencias al color cuando necesitaban indicar la ubicación de algún amigo o pariente.
—Ése de allí, el que se parece a la hoja marrón con turquesa es mi hijo. ¿Cuál es el tuyo? —preguntó una señora con bata azul.
—El mío es… el de la hoja sin color —respondió orgullosa la madre de Tinkus, sin darle importancia al defecto de la hoja.
Sorprendida y preocupada por aquella contestación, la señora azul agregó:
—Qué raro, nunca había visto una hoja sin color. Por un momento pensé que era morada con verde. Creo que debo ir al oculista.
Los años pasaron y aquello que sus padres y los demás adultos no vieron, los ojos de algunos niños lo exageraron: “Tinkus es un monstruo, Tinkus es un monstruo”, repitieron una y diecisiete veces más durante el recreo del primer día de escuela. Tinkus, sin entender por qué lo insultaban, retrocedió… hasta topar con el borde de un charco. Cuando sus compañeros estuvieron a punto de desenroscar sus lenguas para empujarlo, el profesor los sorprendió:
—¿¡Qué está pasando aquí!? —dijo el maestro más serio que de costumbre, conteniendo su enfado.
Los pequeños camaleones se pusieron tan pálidos del susto que, por un instante, creyeron que habían cogido la enfermedad de Tinkus y, pensando que era un castigo divino, se desesperaron por pedir perdón.
Los niños prometieron ser buenos compañeros y así lo hicieron, aunque sólo en apariencias. A partir de ese día, jugaron con Tinkus, es cierto, pero únicamente al escondite.
Tinkus dejó de salir a los recreos. Le valía un pimiento el poder mimetizarse, sólo quería ser como los demás… o que ellos fuesen como él. Una tarde, regresando de la escuela a su casa, Tinkus se tumbó junto a un arbusto de fresas y lloró todas las lágrimas que había almacenado. Después, exhausto, cayó dormido con la esperanza de que sus deseos se hicieran realidad.
Uno de los estudiantes, al pasar cerca del arbusto, se quedó boquiabierto.
—¿Tinkus? ¿Es Tinkus? ¡Milagro, es un milagro, puede mimetizarse!
Los gritos escandalosos de aquel niño despertaron a Tinkus.
—¡Sí, es verdad, es un milagro, puede mimetizarse, puede mimetizarse! —gritaron todos los que acudieron ante la buena nueva.
Tinkus se sintió el ser más feliz de la tierra. La turba lo alzó en brazos con la intención de llevarlo a la plaza principal y festejar. Sin embargo, cuando se distanciaron del arbusto de fresas, su color de piel no cambió, ¡seguía con los puntos rojos!
Maldito sarampión.
Tras diez días en cama, el cuerpo de Tinkus mejoró. Su esperanza continuó maltrecha por mucho más tiempo.
Los dos únicos doctores de aquella sociedad camaleónica analizaron exhaustivamente la incapacidad de mimetizarse de Tinkus. Ambos profesionales coincidieron en el diagnóstico: “¡Caramba, qué suerte que no es contagioso!”
Qué ineptos. Qué poca vocación. Qué falta de tacto. Tinkus dejó de confiar en los médicos y, previamente, había perdido la fe en la suerte al comprobar que un deseo no se hace realidad tras dormir. Pese a todo ello, aún le quedaba otra convicción. Una antigua leyenda decía que, al pasar la zona de la jungla dominada por las brujas, vivía un grillo sabio dedicado a ayudar a quienes el mundo consideraba incurables.
Tinkus no sintió ningún temor mientras se internaba en la parte más tenebrosa de la selva. Miraba hacia los rincones con ilusión, con los ojos saltones. No buscaba al Grillo. Deseaba que apareciese una de esas brujas en las que creía fervientemente. Le daba igual que fuese horrible o hermosa, siempre y cuando le lanzase un hechizo que resolviera su problema.
Para su desconcierto, no apareció ninguna
Al tercer amanecer, se dio por vencido, pero, afortunadamente, ya había andado lo suficiente. En el instante que iba a dar media vuelta para regresar a la comarca, Tinkus alcanzó a ver algo que le llamó la atención. Avanzó once o doce pasos… ¡una posta médica! Recordó que en la leyenda se mencionaba a Grillo, que al parecer era real.
Como aún era muy temprano, sólo estaba la enfermera que le indicó que tomara asiento. A los pocos minutos entró a la sala de espera un Color. Tinkus, venciendo su timidez, saludó:
—Buenos días, Color Verde.
—Mi nombre es Color Rojo, pero hoy desperté así.
Al poco rato, llegó otro paciente al que Tinkus también saludó:
—Buenos días, Gusano.
—Yo soy Cien Pies y no sé por qué se me han encogido los miembros hasta el punto de desaparecer.
En eso, la enfermera dijo:
—Ya llegó el curandero. Por favor, que pase la lagartija.
—¡Yo soy un camaleón! —exclamó Tinkus indignado.
Cien Pies y Color Rojo no pudieron contener las risas.
Después de escuchar la historia de Tinkus, Grillo sacó del baúl un libro muy antiguo. No lo leyó. Ni lo abrió. Prefirió utilizarlo para apoyar los codos y hablar con mayor comodidad:
—Puedo recetar remedios para curar la lepra, la fiebre amarilla o una gastroenteritis, pero no para que dejes de ser tú mismo. Tu personalidad está moldeada por tu peculiaridad. Aprovéchala. Si no eres como los demás, por qué hacer las cosas como los demás. Estarías en desventaja. Hazlo de la manera que esté en tus manos. Nuestra parte física está relacionada…
Tinkus lo miraba con una atención tan, pero tan profunda, que incluso parecía que no lo estuviese escuchando.
—¿Me estás escuchando?
—Sí, señor.
—Bien, porque debes saber cómo conocerte para así aprovechar lo que tienes. Ahora, hagamos una pausa y revisemos tu cuerpo. A ver, saca la lengua.
¡Qué imprudencia! Antes de terminar de decir “lengua”, el Grillo había desaparecido. Todo sucedió tan rápido que incluso Tinkus lo buscó debajo del escritorio, porque no se dio cuenta de lo ocurrido hasta el momento en el que se le escapó un eructo.
—Tinkus, escúchame —ordenó una voz muy grave.
Tinkus miró a su alrededor y no vio a nadie. Extrañado, reanudó su camino.
—¡Escúchame! —resonó la misma voz con mayor intensidad.
A Tinkus casi se le salieron los ojos del asombro. Le habían dicho que un día oiría la voz de su conciencia, pero nunca imaginó que sonaría tan real.
—¡Auch! —exclamó Tinkus al recibir un golpe en el estómago por dentro.
—Presta atención. No tengo mucho tiempo. Los jugos gástricos pronto harán su trabajo —explicó Grillo tras darle el puñetazo.
—¿Es usted, señor curandero? Perdóneme, no fue…
—Shhh. No hay nada que perdonar. Eres un camaleón y los camaleones comen insectos.
Tinkus, sin culpa pero con pena, siguió escuchando:
—Para conocerte, borra de tu mente a todos los seres y las cosas que te rodean. Es fácil cometer el error de definirse por comparación. Uno se considera débil, alto, mejor o peor en relación a alguien o a algo, y de esa manera sólo verás a quien usaste para conocerte; no te verás a ti. Si quieres conocerte, cierra los ojos. Después, ábrelos. Es conveniente observar el entorno, sí, pero para aprender, no para ser.
Las palabras de Grillo sobrevivieron

Durante los siete días que duró el viaje de regreso, no paró de llover. Pese a ello, Tinkus se sentía radiante y a gusto consigo mismo. Había descubierto una manera distinta de ver las cosas gracias a los consejos del curandero.
Cuando la lluvia cesó, apareció un arco iris. Tinkus lo contempló hasta que se desvaneció. Repleto de entusiasmo, pensó que si un pedazo de aire era capaz de tener colores, ¡cómo él no iba a poder plasmarlos en su cuerpo!
En secreto, día tras día, mes tras mes, practicó con centenares de litros de pintura hasta convertirse en un maestro en el arte de mimetizarse. No sólo tuvo la destreza de camuflarse como los demás de su especie, sino que incluso logró parecerse a los depredadores de sus depredadores, convirtiéndose en el protector de su comarca.
Era dichoso. No porque todos lo admirasen. No por haber conseguido mimetizarse. Era dichoso porque había vuelto a creer en la suerte, al toparse con el Grillo; en los conocimientos, al recibir sus consejos; y en la magia, la que sentía mientras se pintaba.

(Rafael R. Valcárcel)

viernes, 19 de marzo de 2010

La parte más importante del cuerpo


Un día mi madre me preguntó cual era la parte más importante del cuerpo.
A través de los años trataría de buscar la respuesta correcta.

Cuando era más joven, pensé que el sonido era muy importante para nosotros, por eso dije:
-Mis oídos, Mamá.

Ella dijo:
-No, muchas personas son sordas y se arreglan perfectamente. Pero sigue pensando, te preguntaré de nuevo.

Varios años pasaron antes de que ella lo hiciera. Desde aquella primera vez, yo había creído encontrar la respuesta correcta.

Y es así que le dije:
-Mamá, la vista es muy importante para todos, entonces deben ser nuestros ojos.

Ella me miró y me dijo,
-Estas aprendiendo rápidamente, pero la respuesta no es correcta porque hay muchas personas que son ciegas, y salen adelante aún sin sus ojos.

Continué pensando cual era la solución. A través de los años, mi madre me preguntó un par de veces mas, y ante mis respuestas la suya era:
-No, pero estás poniéndote más inteligente con los años, pronto acertarás.

El año pasado, mi abuelo murió. Todos estábamos dolidos. Lloramos. Incluso mi padre lloró. Recuerdo esto sobre todo porque fue la segunda vez que lo vi llorar.

Mi madre me miraba cuando fue el momento de dar el adiós final al abuelo. Entonces me preguntó,
- No sabes todavía cual es la parte más importante del cuerpo, hijo?.

Me asusté cuando me preguntó justo en ese momento. Yo siempre había creído que ese era un juego entre ella y yo.

Pero ella vio la confusión en mi cara y me dijo,
- Esta pregunta es muy importante. Para cada respuesta que me diste en el pasado, te dije que estabas equivocado y te he dicho por que.
Pero hoy es el día en que necesitas saberlo.
Ella me miraba como solo una madre puede hacerlo. Vi sus ojos llenos de lágrimas, y la abracé.

Fue entonces cuando apoyada en mi, me dijo,
-Hijo, la parte del cuerpo más importante es tu hombro.

Le pregunté,
-¿Es porque sostiene mi cabeza?
Ella respondió,
-No. Es porque puede sostener la cabeza de un ser amado o de un amigo cuando llora.

Todos necesitamos un hombro para llorar algún día en la vida, hijo mío.

Yo sólo espero que tengas amor y amigos, y así siempre tendrás un hombro donde llorar cuando lo necesites.

(De la red)

miércoles, 17 de marzo de 2010

El hombre de la banqueta


Un hombre llegó a un pueblo con una banqueta. Colocándola en la plaza, se subió a ella y, altavoz en mano, empezó a hablar a la gente que pasaba. En su discurso, les invitaba a disfrutar del amor, de la comunicación, a escucharse unos a otros... Casi doscientas personas lo aplaudieron cuando el orador bajó de la tarima. A la mañana siguiente, otra vez el orador llegó a la plaza y, desde su banqueta, volvió a hablar a los transeúntes. También esta vez, más de un centenar de personas lo escuchó disertar sobre la comunicación y el amor. Cada día, el hombre iba a la plaza y hablaba, cada vez más pasional, en su discurso. Sin embargo, por alguna razón, cada día menos gente se detenía a escucharlo... Hasta que, en efecto, a las dos semanas, ya nadie fue a la plaza. De todas formas, él hizo su habitual discurso, como si miles de personas atendieran sus palabras. Y, así continuó haciéndolo... Todos los días, el hombre iba a la plaza y, subido en su banqueta, ya sin megáfono, hablaba, apasionadamente, sobre la importancia del amor y de escuchar al prójimo. La plaza, sin embargo, seguía desierta. Una mañana, uno de los comerciantes de la zona, se le acercó cariñosamente y le dijo: - Disculpe señor. Usted ha venido a esta plaza durante un mes. Al principio, mucha gente lo escuchaba. Cada vez, han ido viniendo menos personas, hasta que, desde hace quince días, nadie viene a escucharlo. ¿Para qué sigue hablando? Al principio, yo podía entenderlo, pero ahora... ahora, la verdad, ya no lo entiendo. El hombre de la banqueta respondió: - Lo que pasa es que, al principio, yo hablaba para convencer a los otros. Hoy, en cambio, hablo para estar seguro de que ellos no me han convencido a mí.

(De la red)

martes, 16 de marzo de 2010

Las lenguas hechizadas


Hubo una vez un brujo malvado que una noche robó mil lenguas en una ciudad, y después de aplicarles un hechizo para que sólo hablaran cosas malas de todo el mundo, se las devolvió a sus dueños sin que estos se dieran cuenta.
De este modo, en muy poco tiempo, en aquella ciudad sólo se hablaban cosas malas de todo el mundo: "que si este había hecho esto, que si aquel lo otro, que si este era un pesado y el otro un torpe", etc... y aquello sólo llevaba a que todos estuvieran enfadados con todos, para mayor alegría del brujo.
Al ver la situación , el Gran Mago decidió intervenir con sus mismas armas, haciendo un encantamiento sobre las orejas de todos. Las orejas cobraron vida, y cada vez que alguna de las lenguas empezaba sus críticas, ellas se cerraban fuertemente, impidiendo que la gente oyera. Así empezó la batalla terrible entre lenguas y orejas, unas criticando sin parar, y las otras haciéndose las sordas...
¿Quién ganó la batalla? Pues con el paso del tiempo, las lenguas hechizadas empezaron a sentirse inútiles: ¿para qué hablar si nadie les escuchaba?, y como eran lenguas, y preferían que las escuchasen, empezaron a cambiar lo que decían. Y cuando comprobaron que diciendo cosas buenas y bonitas de todo y de todos, volvían a escucharles, se llenaron de alegría y olvidaron para siempre su hechizo.
Y aún hoy el brujo malvado sigue hechizando lenguas por el mundo, pero gracias al mago ya todos saben que lo que único que hay que hacer para acabar con las críticas y los criticones, es cerrar las orejas, y no hacerles caso.


(Pedro Pablo Sacristán)

La Verdad


Cuenta la historia que un hombre quiso saber la VERDAD, y se la preguntó a Dios. Dios la escribió en un gran disco de piedra, y vió que era demasiado grande para que el hombre la comprendiera... De todos modos, respondiendo a su pedido, arrojó el disco a la tierra y, éste, se rompió en muchos pedazos. Cada hombre que cogió uno, fundó una religión, una iglesia, una filosofía... Desde entonces, todos tienen una parte de la VERDAD pero, hasta que todos los hombres no sean capaz de unirse, nunca podremos descubrir LA VERDAD ENTERA.

(Mónica Barbagallo, del libro " El camino hacia tu ángel solar. Volumen II").

lunes, 15 de marzo de 2010

El saco de plumas


Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que este había alcanzado.

Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo:

"Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?",
a lo que el hombre respondió: "Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suelta una donde vayas".

El hombre muy contento por aquello tan fácil tomó el saco lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas.

Volvió donde el sabio y le dijo: "Ya he terminado",

a lo que el sabio contestó: "Esa es la parte más fácil.
Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste.
Sal a la calle y búscalas".

El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba y no pudo juntar casi ninguna.

Al volver, el hombre sabio le dijo:
"Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho. Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste".

(Anónimo)

El náufrago y el mar


Arrojado un náufrago en la orilla, se durmió de fatiga; mas no tardó en despertarse, y al ver al mar, le recriminó por seducir a los hombres con su apanencia tranquila para luego, una vez que los ha embarcado sobre sus aguas, enfurecerse y hacerles perecer.

Tomó el mar la forma de una mujer y le dijo:

-No es a mí sino a los vientos a quienes debes dirigir tus reproches, amigo mío; porque yo soy tal como me ves ahora! y son los vientos los que, lanzándose sobre mí de repente, me encrespan y enfurecen.


Nunca hagamos responsable de una injusticia a su ejecutor cuando actúa por orden de otros, sino a quienes tienen autoridad sobre él.

(Fábula de Esopo)

El buey y el mosquito


En el cuerno de un buey se posó un mosquito.
Después de permanecer allí largo rato, al irse a su vuelo preguntó al buey si se alegraba que por fin se marchase.

El buey le respondió:

-"No supe que habías venido. Tampoco notaré que te vayas".

Pasar por la vida, sin darle nada a la vida, es ser insignificante.

(Fábula de Esopo)

domingo, 14 de marzo de 2010

Una piedra y sus dolores


Una piedrecita reposaba en el fondo del arroyo. Al llegar la primavera, con las lluvias, la corriente se dirigió a ella y le dijo:

- ¡Si quieres te llevo al mar!

La piedra hizo algunos movimientos de resistencia tratando de agarrarse al fondo y contestó a la corriente con aire indiferente:

- ¡El mar!... ¡El mar no existe! Sólo existe el arroyo, las piedras y las vacas que nos pasan por encima de vez en cuando. Sigues tan idealista como siempre... ¡el mar!

Pero la corriente volvió a susurrar:

- "Deja que te lleve... al mar, deja que te lleve."

Y la piedra contestó, dejándose arrastrar:

- Bueno, vamos -porque en el fondo le gustaba la aventura. Era una piedra volcánica, con algunas estrías claras de las que estaba muy orgullosa.

A pesar de viajar a merced de la corriente solía hacer comentarios autoritarios para sentir que la dominaba.

- ¡Mira! -dijo una vez con cierto acento despectivo- ¡Ya hemos pasado varios recodos y el mar no está! ¡Déjame aquí!, estoy cansada de rebotar entre las peñas del cauce.

- Deja que te lleve... -respondía suavemente la corriente.

La piedra pasó por aguas enegrecidas y dijo:

- ¿A dónde me has traído, sinvergüenza?¿Esto es el mar? ¡Prefiero que me pisen las vacas!

Pero la corriente ya no respondía y tan sólo aumentaba la velocidad.

- ¡Para ya! -gritó la piedra chocando contra otros guijarros- ¡Vas a destruirme!¿Es que no te das cuenta?¡No quiero ir al mar!... ¡Odio el mar!

La corriente la arrastró con gran vehemencia haciendo sentir un gran vértigo a la piedra, que en el colmo de su furia gritó:
-¡También te... !

Pero no pudo seguir porque estaba cayendo por una enorme cascada. Y ya en el fondo añadió casi sin fuerzas:
- También te odio a ti, Arroyo... no vale la pena perder mis esquirlas por ese sueño que llamas mar. Juegas conmigo sin sentido.

Pasaron a gran velocidad entre muchos rápidos. Luego siguieron por remansos tranquilos, llenos de algas y de líquenes.

La piedra ya no decía nada. Se había abandonado a la corriente. Tenía la superficie cubierta de grietas y casi no se reconocía a sí misma. Todo le dolía.

Atrás quedaron diversas orillas, bosques y aldeas. A la piedra sólo le quedaba el silencio, la corriente y el recuerdo de los golpes recibidos en una tractoria desgraciada. Pero lo peor era el silencio.

De repente escuchó otra voz. Era una voz muy distinta; grande, cautivadora y muy azul:

- Por fin has llegado, piedra mía -dijo el mar.

Y mientras caía dulcemente entre espléndidos corales, la piedra giró sobre sí misma varias veces, como murmurando:

- ¡Gracias arroyo, gracias corriente... os amo!... todo ha valido la pena

Quizás también tú descubrirás al final que era ÉL quien te esperaba tras cada recodo...

(Miguel Segura)

Una Estrella de Esperanza


Existen millones de estrellas en el cielo. Estrellas de todos los colores: blancas, plateadas, verdes, doradas, rojas y azules.
Un dia inquietas, se acercaron a Dios y le dijeron:
-"Señor Dios, nos gustaria vivir en la Tierra entre los hombres."
-"Asi sera hecho, respondio el Señor. Las conservare a todas ustedes pequeñitas, como son vistas, para que puedan bajar a la Tierra."

Cuentan que en aquella noche hubo una linda lluvia de estrellas. Algunas se acurrucaron en las torres de las iglesias, otras fueron a jugar y a correr junto con las luciérnagas por los campos, otras se mezclaron con los juguetes de los niños y la Tierra quedo maravillosamente iluminada.

Pero con el paso del tiempo, las estrellas decidieron abandonar a los hombres y volver al cielo, dejando la Tierra oscura y triste.

-"¿Por qué volvieron?" Preguntó Dios, a medida que ellas iban llegando al cielo.
-"Señor, no nos fue posible permanecer en la Tierra. Alla existe Mucha miseria y violencia, mucha maldad, mucha injusticia."

Y el Señor les dijo:
-"¡Claro! El lugar de ustedes es aqui en el cielo. La Tierra es el lugar de lo transitorio, de aquello que pasa, de aquel que cae, de aquel que yerra, de aquel que muere, donde nada es perfecto. El cielo es el lugar de la perfección, de lo inmutable, de lo eterno, donde nada perece."

Despues de llegar todas las estrellas y verificando su numero, Dios hablo de nuevo: 'Nos esta faltando una estrella. ¿Será que se perdió en el camino?"

Un Angel que estaba cerca replicó:
-"No Señor, una estrella decidió quedarse entre los hombres. Descubrió que su lugar es exactamente donde existe la imperfección, donde hay limite, donde las cosas no van bien, donde hay lucha y dolor. "

-"¿Qué estrella es esa?"- Volvió Dios a preguntar.

-"Es la Esperanza Señor. La estrella verde. La unica estrella de ese color."

Y cuando miraron para la Tierra, la estrella no estaba sola. La Tierra estaba nuevamente iluminada porque habia una estrella verde en el corazón de cada persona. Porque el único sentimiento que el hombre tiene y Dios no necesita tener es la Esperanza.

Dios ya conoce el futuro y la Esperanza es propia de los humanos, propia de aquel que yerra, de aquel que no es perfecto, de aquel que no sabe como será el futuro.

Recibe Amigo en este momento la esperanza, tu estrella verde. No dejes que huya y no permitas que se apague. Ten certeza que ella iluminará tu camino, sé siempre positivo y agradece a Dios todo lo que tienes. Sé siempre feliz y contagia con tu corazón iluminado a otras personas.

(Anónimo)

sábado, 13 de marzo de 2010

El Milagro de la Vida


Fue entonces, después de tanta espera, al ver que ya, nadie volvería a recogerlo, que el gigante, así llamado por su gran tamaño, declaró, pues, es la hora de partir, y me iré por mi cuenta. Había quedado solo, todos sus amigos habían sido elegidos y llevados, todos tenían los requisitos, salvo él, Éste no es bueno para nada, se oyó decir brutalmente. Pero él, aunque humillado tan pesadamente, se quedó firme, recto, como siempre, ni una lagrima soltó, un solo respingo después de varios meses, y una decisión.
- Me voy, dijo, con tono resuelto.
-¿ Y adónde vas?- preguntó el pequeñito que estaba a sus pies mirándolo fijo-.
- No sé, aún no lo sé, pero quiero irme de aquí, quiero ver el mundo. Mis amigos ya se han ido, y yo qué espero, nadie vendrá a recogerme.
El pequeñito entonces, desde lo bajo de su metro de altura, y el alto valor de su cultura, intentó animarlo.
- Puede que tus amigos no estén tan genial como crees.
- Por supuesto, -dijo él- pero si fuese así, los primeros que se fueron habrían vuelto ya.
- Claro, tal vez lo habrían hecho, tal vez no le fue permitido, ¿quién sabe?
- ¿Permitido?, ¿qué quieres decir con esto? -contestó el gigante-.
- Que uno no puede elegir el destino a su gusto, sin embargo, uno puede aprender a contentarse y alegrarse de lo que la vida le entregue, y un día por cierto, algo especial escondido en su interior le recompensaría. Sólo hay que esperar, con humildad. No pienses en los demás, quédate otro tiempo. Después ¿de qué te quejas?. Aquí lo tienes todo, este río es estupendo, a mí me gusta. Mira qué precioso, pasa de todo flotando por sus aguas, es muy entretenido observarlo. Fíjate en ello, mira qué silla tan bonita, ¿no te gusta?. Y más allá: un lavabo, muy divertido ¿verdad?. Y tú, ¿qué opinas?, ¿no te parece un encanto?.
- No, me parece un asco. El río no está hecho para tirar cualquier cosa.
- Por cierto - contestó satisfecho el pequeñito- el río no es lugar para la basura, pero éste, en cambio, es el tuyo, y no lo sabes apreciar. Piénsalo bien, mira el sol por ejemplo, siempre está ahí, el cielo es su lugar, él lo sabe, y lo aprecia, es su destino, mira lo hermoso que es. Es un placer quedarse bajo de él, porque él sabe lo importante que es su presencia para nosotros. Él sabe quién es, es el Sol, y eso le hace feliz. Tú eres un árbol, y yo el césped, nada más que un simple césped. Un ser inferior diría alguien, pero yo no me siento así. Cuando una liebre en peligro se esconde en mis hojas por ejemplo, y se siente segura, yo me siento tan grande e importante... Me siento feliz, y tú también deberías sentirte tan dichoso como yo, porque tú, eres un magnifico árbol, y aunque no puedas andar por el mundo como quieras, el mundo depende de ti, el aire depende de ti, los pájaros descansan sobre de ti. Tú eres importante, así como eres. No importa donde. Compréndelo: eres un árbol, y deberías ser feliz.
El gigante guardó silencio, y durante muchos años, incluso los pájaros se quedaron a distancia, ni siquiera el pensamiento le distrajo un momento, hasta que un día, finalmente, comprendió, y despertó de su ignorancia. Y como eso ocurrió, fue maravilloso, las ramas en él se multiplicaron, y miles de hojas las vistieron. Por primera vez disfrutaba agradecido de las caricias del viento, y se alegraba de que los pájaros jugueteaban con sus ramas. A su alrededor todo rebosaba de alegría, incluso el sol participaba con su energía. Por fin se sentía afortunado, por haber sido descartado un tiempo, por haber sido abandonado en este lugar, donde fue testigo del milagro de la vida, donde nació y creció, y despertó su verdadero ser. Y por fin el gigante se dio cuenta, que no necesitaba ningún lugar particular, y ni siquiera ser aceptado por un hombre cualquiera. Él sólo tenía que comprender lo que era importante de verdad. Así se transformó, y encontró la paz y la felicidad.

(Lodetti Simone)

viernes, 12 de marzo de 2010

El Tapón de corcho


La actitud creativa termina con los lamentos y las excusas. Es calidad de percepción, acción, inteligente que nos permite superar los conflictos con la riqueza de alternativas que nos ofrece cada situación.

Hace años, un inspector visitó una escuela primaria. En su recorrido observó algo que le llamó poderosamente la atención, una maestra estaba atrincherada atrás de su escritorio, los alumnos hacían gran desorden; el cuadro era caótico.
Decidió presentarse: - Permiso, soy el inspector de turno…¿algún problema? - Estoy abrumada señor, no se qué hacer con estos chicos… No tengo láminas, el Ministerio no me manda material didáctico, no tengo nada nuevo que mostrarles ni qué decirles… El inspector, que era un docente de alma, vio un corcho en el desordenado escritorio. Lo tomó y con aplomo se dirigió a los chicos: - ¿Qué es esto? - Un corcho señor… -gritaron los alumnos sorprendidos. - Bien, ¿De dónde sale el corcho? - De la botella señor. Lo coloca una máquina.., del alcornoque, de un árbol …. de la madera…, - respondían animosos los niños. - ¿Y qué se puede hacer con madera?, -continuaba entusiasta el docente. - Sillas…, una mesa…, un barco… - Bien, tenemos un barco. ¿Quién lo dibuja? ¿Quién hace un mapa en la pizarra y coloca el puerto más cercano para nuestro barquito? Escriban a qué provincia española pertenece. ¿Y cuál es el otro puerto más cercano? ¿A qué país corresponde? ¿Qué poeta conocen que allí nació? ¿Qué produce esta región? ¿Alguien recuerda una canción de este lugar? - Y comenzó una tarea de geografía, de historia, de música, economía, literatura, religión etc.
La maestra quedó impresionada. Al terminar la clase dijo conmovida: señor nunca olvidaré lo que me ha enseñado hoy. Muchas gracias.
Pasó el tiempo. El inspector volvió a la escuela y buscó a la maestra. Estaba acurrucada atrás de su escritorio, los alumnos otra vez en total desorden.
Señorita que pasó no se acuerda de mi.
Sí señor, ¡cómo olvidarme! Qué suerte que regresó. No encuentro el corcho. ¿Dónde lo dejó?.

(Isabel Aschauer)

Ser creativos... usar la imaginación...Pensar un poco más y tratar de encontrar la magia... esa magia transformadora...
Todos somos alumnos en esta gran escuela que es la vida, y sin embargo usamos poco la imaginación, entonces vivimos a medias, buscando estímulos en cosas o lugares que solo nos ayudan a perder el tiempo pero que pocas veces nos hacen crecer o nos iluminan… Entonces cuando sentimos hastió y estamos cansados o deprimidos nos aferramos a las excusas: que no tengo dinero, que no me da el tiempo, que no sé qué hacer, que… y de excusa en excusa seguimos dormidos esperando que alguien cree la fórmula mágica que nos haga sentir, que nos estimule, que nos encienda… Debemos darle paso a nuestra creatividad y dejar que nuestra imaginación despierte y nos dé las respuestas… Imaginar… Imaginar… es algo así como soñar despierto, es transformar con la mente todo aquello que nos parece que no puede modificarse… La vida nos regala todos los días pequeños instantes en donde somos sus grandes artistas, sin embargo muchos solo se quejan, se aburren, o solo esperan que otros den sentido a sus días… “La creatividad despierta el poder que duerme en nuestra imaginación; es osadía, aventura para descubrir y aprender de los cambios; es respuesta hábil, no impotencia explicada o reclamo por lo que nos falta.
Crear y despertar ese poder... esa es la clave....

La Bolsa de los Deseos


Un emperador estaba por salir de su palacio para dar un paseo matutino, cuando, a las puertas del mismo, se encuentra con un mendigo. Suponiendo el pedido de una limosna, le preguntó: - ¿Qué quieres?.
El mendigo lo miró y le dijo: - Me preguntas de una manera... como si tu pudieras satisfacer mi deseo.
El emperador le respondió: Por supuesto que puedo satisfacer tu deseo.¿Cuál es?
Y el mendigo le dijo: - Piensa dos veces antes de prometer.
El emperador, comenzando a molestarse, insistió: - Te daré cualquier cosa que pidas. Soy una persona muy poderosa, y extremadamente rica... ¿qué puedes tú desear que yo no pueda darte?
El mendigo le dijo: - Es un deseo muy simple... ¿ves esta bolsa que llevo conmigo?... ¿puedes llenarla con algo valioso?
- Por supuesto - dijo el emperador.
Y Llamó a uno de sus servidores y le dijo: - Llena de dinero la bolsa de este hombre.
El servidor lo hizo... y el dinero, apenas ingresado a la bolsa, desapareció.
Echó más y más, y el mismo desaparecía al instante.
La bolsa del mendigo, por lo tanto, siempre estaba vacía.
El rumor de esta escena corrió rápidamente por toda la ciudad y entonces una gran multitud se reunió en el lugar, poniendo en juego el prestigio del emperador.
Entonces el emperador le dijo a sus servidores: - Estoy dispuesto a perder mi reino entero, pero este mendigo no se va a salir con la suya, ya que me dejará en ridículo frente al pueblo.
Diamantes, perlas, esmeraldas... uno a uno los tesoros del emperador iban ingresando en la bolsa, la cual no parecía tener fondo.
Todo lo que se colocaba en ella desaparecía inmediatamente.
Era el atardecer y habiendo quedado el emperador ya sin ninguna cosa que colocar en la bolsa del mendigo (habiendo llegado incluso a desprenderse de joyas que habían pertenecido a su familia por siglos), se tiró a los pies del mendigo y, admitiendo su derrota, le dijo: - Has ganado tú, pero antes que te vayas, satisface mi curiosidad: ¿cuál es el secreto de tu bolsa?.
El mendigo le dijo: - ¿El secreto?... está simplemente hecha de deseos humanos.
Anónimo.
Piensa en los deseos ¿cuál es su mecanismo?:
Primero hay una gran excitación: la aventura. Se siente un gran impulso.
Algo va a suceder, se está al borde de algo. Y luego que se tiene el auto, el velero, la casa, la mujer... de repente, nada de ello tiene significado ya.
¿Que pasó? La mente lo ha desmaterializado.
El auto está en el garaje, pero ya no excita de la misma manera. Lo que excitaba era conseguirlo... o lo que es lo mismo, emborracharse con el deseo hasta olvidarse que el vacío se sitúa en el interior de uno.
Pero ahora, con el deseo cumplido: el auto en el garaje, esa mujer en la cama, el dinero en el banco... desaparece la excitación.
De nuevo se siente ese vacío. Y se tiene que crear un nuevo deseo para escapar de esa sensación, esa ansiedad, ese vacío.
Así es como va la mayoría de la gente por la vida: de un deseo en otro, convertida en mendigos con bolsas que jamás parecen poderse llenar. Cuando se lo alcanza, un nuevo deseo se hace necesario, olvidando ese que tanto se buscó.

domingo, 7 de marzo de 2010

Vivir como las flores


... Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto?.. Algunas personas
hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento
odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian.

- ¡Pues, vive como las flores!, advirtió el maestro.

- Y ¿cómo es vivir como las flores?, preguntó el discípulo.

- Pon atención a esas flores -continuó el maestro, señalando unos lirios
que crecían en el jardín.

Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen
del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no
permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos.

Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que
los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y
no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse... Ejercita
pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma
la vida de los demás haciendo el bien.

Ésto, es vivir como las flores.

(Anónimo)

lunes, 1 de marzo de 2010

Miopía


Un anciano que tenia un grave problema de miopía se consideraba un experto en evaluación de arte.
Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le olvidaron los lentes en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero eso no lo detuvo de ventilar sus fuertes opiniones.
Tan pronto entraron a la galería, comenzó a criticar las diferentes pinturas.
Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo:
"El marco es completamente inadecuado para el cuadro. El hombre esta vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa. En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto".
El anciano siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él entre la multitud y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: "Querido, estás mirando un espejo".

Moraleja: Nuestras propias faltas, las cuales tardamos en reconocer y admitir, parecen muy grandes cuando las vemos en los demás, debemos mirarnos en el espejo mas a menudo, observar bien para detectarlas, y tener el valor de corregirlas.

(No conozco el autor)

El leñador que se esforzaba demasiado


Érase una vez un hombre que fue a pedir trabajo de leñador a un bosque. El jefe a cargo le dio un hacha y le deseó suerte.

Sorprendentemente el hombre logró cortar 30 árboles en su primer día de trabajo por lo que su jefe lo felicitó y le dijo que estaba a punto de romper el record de 31 árboles que había logrado otro leñador.

El hombre motivado por los comentarios de su jefe decidió levantarse al día siguiente más temprano para poder superar el record pero lamentablemente ese día cortó solo 17 árboles. Consternado por haber fallado, pensó que además de madrugar debía de esforzarse todavía más por lo que en su 3er día de trabajo se levantó mucho más temprano y empleó todas sus fuerzas pero increíblemente ese día cortó solo 5 árboles.

El hombre no sabía la razón de su fracaso por lo que fue con su jefe para contarle lo acontecido. El jefe lo escuchó atentamente y le dijo: Antes de que sigas quiero hacerte una pregunta: ¿Te has dado tiempo para afilar tu hacha? A lo que respondió el leñador: No, no lo he hecho ya que he estado muy ocupado esforzándome por tratar de cortar mas árboles.

Moraleja: Por más que nos esforcemos para lograr una cosa, si no cuidamos nuestro cuerpo y nuestra mente, nunca lograremos tener y ser todo aquello que deseamos.