lunes, 12 de enero de 2009

El Pescador y la Tortuga


Hace muchos y muchos años, vivía Urashima en una isla del Japón. Era el único hijo de un matrimonio de pescadores muy pobres cuyas únicas pertenencias eran una red, una pequeña barca y una casita cerca de la playa. Pese a ser tan pobres, los padres de Urashima querían mucho a su hijo, un muchacho sencillo y muy bueno.

Un día, cuando Urashima volvía de pescar vió como unos niños estaban pegando a una enorme tortuga. En ese momento Urashima se enfadó muchísimo y fue hacía los críos para reprenderlos y salvar la tortuga. Cuando acabó de hablar con los niños y estos se fueron cabizbajos, cogió la tortuga y la llevó al mar. Cuando vió que la tortuga reaccionaba al contacto con el agua y se podía mover y nadar, regreso a casa la mar de conteto.

Al cabo de un tiempo, Urashima se fue a pescar. Todo estaba tranquilo en el mar y Urasima tiraba al agua y recogía su red con entusiasmo. Una de las veces, al subir la red vio que estaba la tortuga que el había echado al mar unos días antes. Ésta le dijo: "Urashima, el gran señor de los mares se ha maravillado con la buena acción que hiciste conmigo, y me ha enviado para que te conduzca a su palacio. Además te quiere dar la mano de su hija, la hermosa princesa Otohime". Urashima accedió gustoso y juntos se fueron mar adentro, hasta que llegaron a Riugú, la ciudad del reino del mar. Era maravillosa. Sus casas eran de esmeralda y los tejidos de oro; el suelo estaba cubierto de perlas y grandes árboles de coral daban sombra en los jardines; sus hojas eran de nácar y sus frutos de las más bellas pedrería.

Urashima se casó con Otohime, la hija del rey del mar, y pasaron una semana de una felicidad completa. Pero al cabo de esos días, Urashima pensó que sus padre debían de estar preocupados por él, y decidió subir a la superficie para decirles que se encontraba bien y que se había casado. Otohime comprendió a su marido, y dio un pequeña caja de laca atada con un cordón de seda. Cuando se la dio, le dijo que si quería volver a verla no la abriera.

Cuando Urashima llegó al pueblo, todo había cambiado, ya no reconocía ni las casas ni a las personas. Y cuando busco la casita de sus padres sólo vio un gran edificio en el que nadie sabía nada de unos ancianos. Finalmente, un señor viajo, viendo la desesperación de Urashima empezó a recordar y le explicó que no lo recordaba muy bien, porque había pasado mucho tiempo atrás, pero que recordaba a su madre explicarle la desdichada suerte de un par de ancianitos cuyo único hijo salió a pescar y no regresó jamás. Urashima empezó a comprender: mientras vivió en la ciudad del mar había perdido la noción del tiempo. Lo que le habín parecido sólo unos cuantos dís habían sido más de cien años.

Se dirigió a la playa, y sin saber que hacer abrió la caja que le había dado su mujer. Al instante un viento frío salió de la caja y envolvió a Urashima. Éste recordó lo que le había dicho su mujer pero de pronto se sintió muy cansado, sus cabellos se volvieron blancos y cayó al suelo. Cuando a la mañana siguiente fueron los muchachos a bañarse, vieron tendido en la arena a un anciano sin vida. Era Urashima que había muerto de viejo.

(Leyenda de Japón)

4 comentarios:

SD dijo...

Hola amiga, voy siguiendo tu blog, al que descubro le dedicás bastante tiempo !!!! Por las distintas creaciones y temáticas que has hecho.
Escribo en este porque es el primero, pero trataré de compartir algo en los otros tambien.
Gracias por la generosidad de dedicarle tanto a este medio tan dispar con cosas interesantes de leer y conocer.
Saludos, Sergio.

SD dijo...

Hola, espero estés bien.
Gracias por lo compartido en el blog.
La reflexión sobre la guerra.
Lamento tengas un hermano allí, aunque entiendo que de sangre.
Hay una máxima que habla de la hermandad de los hombres ... y si bien hay responsabilidades individuales o cosas que son solo de uno, cuando un hombre hace una macana, quien la hace no es Juan, es más bien el hombre; nuestro hermano, y así se resiente todo el género.
Ojalá comprendamos alguna vez que judíos, cristianos, musulmanes, indúes y así todos ... nos une un género común y un mismo creador que simplemente quiso que seamos hermanos de bien y de paz.
Es una reflexión de fe la que hago, puede tener otros matices, pero este es mi humilde aporte. Ojalá sirva.
Gracias amiga, Saludos Sergio.

velarde dijo...

necesitaba un poquito de paz y vuelvo a mi rincon favorito...gracias dama por estar...

Abril dijo...

Hola Sergio.
Sí, es mi hermano pequeño el que está allí, en la zona que en estos días se ha puesto de moda en los telediarios. Aunque, ya te digo, los muertos de la guerra han pasado hoy a un segundo plano -hoy sólo han muerto 26 seres anónimos- y parece que es más importante que el presidente del Real Madrid haya renunciado a su cargo.
Yo, que en estos días vivo con el alma en un puño, no puedo entender que estas cosas pasen en el siglo XXI.
Admiro tu fe en el género humano y los buenos sentimientos que desprenden tus palabras y tu actitud ante la vida.
Debería haber mucha más gente como tú y seguro que sería más agradable vivir en este mundo.

Un beso.