sábado, 24 de enero de 2009

La Princesa de Azúcar


Érase una vez,un país de turrón, con árboles de chocolate, lámparas de bombón y flores de anís donde vivía una hermosa princesa de azúcar, que siempre estaba en su castillo de gominolas esperando al apuesto príncipe que habría de llegar un día a medianoche, a la hora donde las manecillas del reloj se juntan.

La princesa de azúcar soñaba con la llegada de su príncipe azul, pero cada día que se asomaba al balcón lo único que podía ver era a doce brujas que salían cada noche buscando a los glotones que habían en el país del turrón, así que la princesa desde lejos observaba molesta como las brujas volaban por todo el castillo.

Y cada noche una bruja se trataba de acercar al balcón de la princesa. Monse, que era su nombre, adoraba los pasteles y las tazas de chocolate caliente y pensaba que las brujas la querían llevar por sus abusos con los dulces. Así que cada que la bruja se acercaba a su balcón ella mandaba guardianes porque tenía miedo de que le hiciera daño.

Un día Corín, la galleta de nuez, le pregunto a la princesa que porqué no dejaba que la bruja le hablara y así conocería qué era lo que deseaban de ella,a lo que la princesa le respondió:

– "Esas brujas son muy feas, y aún más la que se acerca a mi balcón. Además una princesa tan bella como yo no debe dejarse ver con una bruja horrorosa.

La princesa Monse era muy bonita y dulce (nunca mejor dicho), pero también era elitista y glotona. Ella sabía de su debilidad con los dulces, así que temía que las brujas un día se la llevaran y por ello no dejaba que se le acercaran, por eso ordenaba a sus guardias y soldados que la protegieran manteniendo lejos a estos personajes.

Y así paso el tiempo, muchos años, pero el príncipe no llegaba, la princesa Monse desolada lloraba cada noche, y sumida en su amargura, su corazón fue volviéndose cada vez más amargo.

Un día al ver su soledad no lo pudo soportar más, y echó la culpa a las brujas que seguían rodando cada noche el castillo. Así que llena de ira, mando capturar a las doce brujas, ayudada por dragones y las metió en el calabozo de su castillo.

Estando la princesa en sus aposentos, Corín fue a llevarle un pastel de fresa y una jarra de chocolate caliente para beber:

- Princesa, te traigo pastel y chocolate para que meriendes-.

Ella que estaba muy triste, se comió todo el pastel de una vez y en lugar de tomar sólo una taza de chocolate se bebió todo lo que había en la jarra.

Corín asombrada exclamó:

- ¡¡¡Princesa!!! –

Y la princesa enfrascada en sus pensamientos le dijo:

- No entiendo por qué, si ya cautive a las brujas que impedían que mi hermoso príncipe se acercará, el príncipe no ha venido a por mí.

Dicho esto empezó a llorar y de pronto pensó que tal vez las brujas habían hechizado el castillo y por eso el príncipe no la encontraba. Así que decidió mandar a la hoguera a las brujas.

- ¡¡¡¡Pero Princesa!!! -exclamó de nuevo Corín- ¿dónde las va a quemar?.Con la hoguera El País de Turrón y todos los que habitamos en él podemos derretirnos...

Ella, que estaba muy molesta, dijo entonces: "Tendré que encerrarlas para siempre y mandarlas a la oscuridad para toda la eternidad".

Y así sucedió.

Pasaron los años y la princesa de azúcar ya estaba envejeciendo. Sus brillantes ojos estaban desmoronándose y ya no le apetecía comer pasteles y chocolates. Se sentía triste y confundida pues su príncipe azul nunca llegó.

Pero un buen día, bajó a ver a las brujas para preguntarles qué hechizo poderoso habían hecho. Tenía curiosidad de saber por qué su príncipe no había llegado al castillo a por ella, y por qué ellas si, aparentemente eran tan poderosas con su magia, aún no se habían liberado del encierro.

Cuando llegó al calabozo donde se encontraban, sintió mucho miedo pues recordaba lo feas que eran, pero su curiosidad fue más grande, así que decidió abrir la puerta rápidamente, y ahí estaban, las doce brujas. Al verla se rieron de ella pues ya no era reluciente como la Luna, y ya más bien era un nudo de azúcar. Ella se sintió tan mal de que las brujas se burlasen que decidió retirarse.

Otro día decidió nuevamente ir a verlas para salir de su duda, y estando ahí les preguntó:

- Brujas malvadas,¿qué poderoso hechizo habéis lanzado sobre mí y mi castillo, que mi príncipe azul nunca llegó?.¿Qué habéis hecho para alejar a mí al príncipe?

La bruja que se acercaba siempre a su balcón le contestó.

- Princesa,creo que has sido tú misma la que has alejado a tu príncipe, y has confundido belleza y fealdad.

La princesa no entendía nada de lo que la bruja le decía, así que pidió que fuera más explícita. La bruja la miró con compasión y le dijo:

- Princesa no te fijes en las apariencias,sino en el interior,y no confundas Belleza y Fealdad para que puedas estar con tu príncipe.

Al no entender ni una sola palabra de lo que la bruja le decía se fue del calabozo muy molesta y estando en su habitación no dejaba de llorar pensando que ya nada tendría solución.

Entonces mandó llamar a Corín para contarle lo que las brujas le dijeron, y con mucha desilusión le dijo:

– Creo que me iré a un lugar diferente, a otro país donde no me derrita y pueda estar tranquila, ya no esperare más al príncipe, y ya no tiene sentido tener a las brujas cautivadas, porque no han hecho nada malo, sólo ser lo que son: brujas. Las brujas hacen hechizos y éso es lo que hicieron, así que no hay nada malo en ellas. Además los glotones han aumentado en el país y yo me he convertido en una horrible glotona. Ya no soy una digna princesa de azúcar. Por otro lado las brujas son feas por fuera pero parece que son bellas por dentro. Han aceptado mi reprimenda con humildad y no han tratado de escapar del feo destino que les asigné. Así que voy personalmente a liberarlas.

Estando la princesa en las escaleras, pensó nuevamente lo que la bruja le dijo:

-"No debo confundir belleza y fealdad. Ellas aparentemente son feas pero en realidad son de buen corazón y con belleza interna. A lo mejor,el príncipe vió como las traté y conoció mi horrible corazón".

Las brujas liberadas se sintieron muy felices y en muestra de agradecimiento hicieron un hechizo para volver atrás el tiempo, lo que hizo regresar al principio, y así la princesa tuvo otra oportunidad para encontrar a su príncipe.

La princesa de azúcar soñaba de nuevo con la llegada de su príncipe. Pero cada día que se asomaba al balcón lo único que podía ver era a las 12 brujas que salían cada noche para buscar a los glotones que estaban en el País del Turrón. Así que la princesa desde lejos observaba contenta como las brujas volaban por todo el castillo.

Y cada noche una bruja se trataba de acercar al balcón de la princesa. Monse que ya no les tenía miedo,dejó que esa bruja se acercara y se asomara al interior de la ventana. La princesa, convencida en la belleza interior de la bruja, le dió un abrazo de agradecimiento por abrirle los ojos y enseñarle la diferencia entre la belleza externa y el interior y por darle una oportunidad para remendar su error. De pronto cuando la princesa le daba un abrazo sincero a la bruja, la habitación se iluminó y la bruja se convirtió en un apuesto príncipe. Las once brujas restantes continuaron siendo brujas y con risas que retumbaban por todo el País del Turrón,se fueron volando hacia la luminosa Luna.

La princesa de Monse se quedo asombrada y el príncipe le comentó que las once brujas lo hechizaron al ver que ella era una princesa glotona y vanidosa, para probarla. Pero como ella había rectificado su error el encanto se terminó.

Ahora el príncipe y la princesa de azúcar viven felices por siempre en el País de Turrón y enseñan a todos que hay que fijarse en la belleza interior y no confundir Belleza y Fealdad.

(Elizabeth L. Mayer Granados,México)

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