martes, 18 de noviembre de 2008

El Avariento


Cierto hombre avaro vendió cuanto poseía y convirtió su precio en oro. Oro que enterró en un lugar oculto; y teniendo todo su ánimo y su pensamiento puesto puesto en el tesoro, iba diariamente a visitarlo. Esto fue observado por otro hombre que, acudiendo a aquel sitio, desenterró el oro y se lo llevó. Cuando el avaro vino, según costumbre, a visitar su tesoro, vió desenvuelta la tierra, y cayó en la cuenta de que le habían robado. Y así, se puso a llorar y a arrancarse los cabellos. Uno que pasaba viendo lo que hacía aquel hombre, se acercó a él, y después de informarse de la causa de su dolor, le dijo:
- ¿Por qué te entristeces tanto por haber perdido un oro que tenías como si no lo poseyeras? Toma una piedra y entiérrala, figurándote que es oro, ella te servirá como te servía ese oro del que nunca hacías uso.

(Esopo)

1 comentario:

velarde dijo...

hola de nuevo dama.....tienes unblog que no deja de sorprenderme...es otro mundo...que suerte....besios...