miércoles, 29 de enero de 2014

El Origen del Universo

Hadas

Hubo un tiempo, antes de que existiera el mundo tal cual lo conocemos, en el que solo existían las tinieblas: un no espacio en el que cientos y miles de letras flotaban solas (las únicas habitantes). No había palabras y mucho menos oraciones. Erres inservibles, emes aburridas  y zetas eternas flotaban sin sentido, viendo solo sombras a su alrededor; separadas entre sí y desconociendo cualquier realidad exterior a su mínimo círculo. No habían nacido y tampoco morirían. Los relojes no se habían inventado y la rutina todavía no tenía un nombre.
Un no día L se cansó de aburrirse y decidió explorar más allá de los límites de su propia frontera. A poco de andar se encontró con U y más tarde con Z, y cuando las tres se hubieron acercado, algo muy intenso las encegueció y les impidió seguir viendo durante unos segundos.
A siempre había sido muy atrevida, así que también había salido a explorar los confines de esa nebulosa. Se había encontrado con D que venía en compañía de I, y juntas hallaron a V. Y cuando estuvieron tan cerca que podían tocarse, vieron cómo las tinieblas se abrían y un enorme verde se dibujaba ante ellas.
Todas las letras habían salido a explorar, todas creían en la posibilidad de que hubiera algo más allá de las tinieblas que las circundaban, y cuando la VIDA surgió ante las demás, todas pudieron verse y comenzaron a trabajar juntas en la construcción de un sueño colectivo: una realidad radiante y colorida.
R, pese a que era muy rebelde, había cedido a las súplicas de todas las letras que desearon emparejarse con ella. Pero, al cabo de un tiempo, cansada de tanto color, secuestró a G, a I y a S y las obligó a ayudarla en un maléfico plan. Durante días estuvo organizándolo todo, y consiguió a otras aliadas, letras acomplejadas y temerosas. Junto a ellas, R se enfrentó a las demás colocando un inmenso nubarrón sobre esa realidad maravillosa. Si no hacían algo con urgencia, todo lo trabajado hasta entonces sucumbiría. Entonces, el Sol comenzó a brillar más que nunca. Pero ya era tarde: R y sus secuaces tenían todo muy controlado, y crearon la GUERRA, que arrasó con todo. Fue el final de ese breve sueño.
Todas las letras, sin excepción, conocieron el dolor de la pérdida y fueron arrasadas por la tristeza de una forma inexorable. Lo que había surgido de la unión y el compromiso se convirtió en un reguero de muerte que terminó con todo, incluso con las tinieblas.
Pasó mucho tiempo sin que nada cambiara. Hasta que un buen día E, que se caracterizaba por tener una gran esperanza, se puso de pie y convenció a todas de trabajar por la reconstrucción. Para ello debían unirse de verdad, respetando las necesidades de cada una y aceptando que los grises también eran necesarios, pero jamás absolutos. Desde ese día las letras gobiernan la vida y, pese a que cada tanto caen en manos injustas que las aplastan, ellas siempre resucitan de sus cenizas y reconquistan el escenario.

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