sábado, 12 de marzo de 2011

El abuelo y el nieto


Un atardecer cálido. Las golondrinas juegan teniendo el firmamento como fondo. El sabio abuelo camina satisfecho junto a su nieto. Es un niño vivaz y despierto, lleno de inquietudes espirituales, ávido de respuestas.

Abuelo - dice quebrando el silencio perfecto de la tarde -, cuando el cuerpo muere, ¿qué sucede?

- El cuerpo muere, pero el Ser nunca muere. Él es el Ser de todo el Universo. Es la esencia sutil de todo el mundo.

-¡Oh, abuelo! - se lamenta el muchachito -, no termino de comprender. ¿Puedes explicármelo mejor?

- Coge un fruto de aquel árbol.

El niño, presuroso, lo coge y lo trae entre sus manos.

- Quítale la cáscara - dice el abuelo: ¿Qué ves?

- El fruto.

- Abre el fruto. ¿Qué ves?

- Granos.

- Abre un grano. ¿Qué ves?

- Minúsculos granitos.

- Abre uno. ¿Qué ves?

- Nada, querido abuelo, nada.

Y el abuelo declara: Ésa esencia sutil que tú no ves es el Ser. Mantiene en pie el gran árbol. Nos mantiene vivos a ti y a mí. Hace que el río fluya y el fuego arda. Anima todos vastos espacios. Tú, querido mío, mi muy amado nieto, no ves esa esencia sutil, pero está ahí...

El niño, satisfecho, agarró la mano temblorosa y envejecida de su querido abuelo. Apaciblemente, se fundieron con el horizonte como el azúcar se funde con el agua.

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