domingo, 28 de noviembre de 2010

El Árbol Feliz


Había una vez un árbol... y el árbol amaba a un niño... y el muchacho venia todos los días y cogía sus hojas. Y con ellas hacia coronas e imaginaba ser el rey del bosque... y trepaba por su tronco... y se colgaba de sus ramas... y comía manzanas... y jugaba al escondite... y cuando se cansaba se dormía a la sombra... y el muchacho amaba muchísimo al árbol... y el árbol era feliz... pero el tiempo pasaba... y el muchacho crecía... y el árbol, con frecuencia estaba solo...

Un día el muchacho se acerco al árbol y este le dijo:

-Ven, muchacho trepa por mi tronco y columpiate en mis ramas y come manzanas y juega en mi sombra y sé feliz...

- Soy demasiado grande para trepar y jugar - dijo el muchacho -. Necesito dinero. ¿Puedes darme un poco de dinero?

- Lo siento - dijo el árbol -, pero no tengo dinero. Solo tengo unas hojas y manzanas. Coge las manzanas, muchacho, y vendelas en el mercado de la ciudad. Entonces tendrás dinero y seras feliz...

En seguida, el muchacho subió al árbol, cogió sus manzanas y se las llevo. Y el árbol fue feliz... y el muchacho se alejo. Se fue muy lejos sin poder ver al árbol... y el árbol estaba triste... y un buen día el muchacho volvió... y el árbol se estremeció de alegría y dijo:

- Ven, muchacho, y trepa por mi tronco y columpiate en mis ramas y se feliz.

- Estoy demasiado atareado - dijo el muchacho - para trepar por tu tronco. Necesito una casa para cobijarme. Necesito calor como el comer. Quiero una esposa, quiero tener hijos y por eso necesito una casa.

- Yo tengo casa - dijo el árbol -. El bosque es mi casa. Pero tu puedes cortar mis ramas y construir una casa. Entonces seras feliz...

Y el muchacho corto sus ramas... las llevo para construir una casa... y el árbol era feliz... y el muchacho se fue lejos y no pudo ver mas al árbol por mucho tiempo...

Y cuando el muchacho regreso... el árbol no podía hablar, cargado de emoción.

- Ven, muchacho - balbuceo -, ven a jugar.

- Soy demasiado viejo y asediado por la tristeza para jugar - dijo el muchacho -. Necesito un barco que me lleve muy lejos de aquí. ¿Me puedes dar un barco?

- Corta mi tronco y fabrica un barco - dijo el árbol -. Luego podrás navegar hasta playas lejanas... y seras feliz...

Y el árbol era feliz..., aunque no enteramente... le faltaba compañía... y después de mucho tiempo..., el muchacho regreso de nuevo.

- Lo siento muchacho - dijo el árbol -. Pero no me queda nada... mis manzanas desaparecieron.

- Mis dientes son demasiado débiles para comer manzanas - dijo el muchacho -

- Mis ramas... han desaparecido - dijo el árbol -. Ya no puedes columpiarte en ellas.

- Soy demasiado viejo para columpiarme en ellas - dijo el muchacho -.

- Mi tronco ha desaparecido - dijo el árbol -. Ya no puedes trepar.

- Estoy demasiado cansado para trepar -dijo el muchacho -.

- Lo siento - sollozo el árbol -. Quisiera darte algo... pero ya no me queda nada... solo un raigón. Lo siento...

- Ahora necesito muy pocas cosas - dijo el muchacho -. Solo un lugar tranquilo para sentarme y descansar... Estoy demasiado cansado...

- Bueno - dijo el árbol enderezandose todo o que pudo con gran esfuerzo -. Bueno, sientate. Un viejo raigón solo sirve para asiento y descanso... ven, sientate...

Y el muchacho lo hizo... y el árbol era feliz..., feliz..., feliz.

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