sábado, 1 de mayo de 2010

No todo tiene precio


Un noble inmensamente rico decidió un buen día que debía contar entre su séquito con un rapsoda que compusiera y cantara himnos y alabanzas a su persona. Para ello, mandó
contratar al mejor juglar que hubiera en todo el mundo.
De regreso, los enviados contaron que, en efecto, habían hallado al mejor rapsoda del mundo, pero que éste era un hombre muy independiente que se negaba a trabajar
para nadie. Pero el noble no se dio por satisfecho y decidió ir él mismo en su búsqueda.
Cuando llegó a su presencia, observó que el juglar,además de ser muy independiente, se encontraba en una situación de franca necesidad.
- Te ofrezco una bolsa llena de oro si consientes en servirme -le tentó el rico-.
- Eso para ti es una limosna y yo no trabajo por limosnas -contestó el rapsoda-.
- ¿Y si te ofreciera el diez por ciento de mi fortuna?
- Eso sería una desproporción muy injusta,y yo no podría servir a nadie en esas
condiciones de desigualdad.
El noble rico insistió:
- ¿Y si te diera la mitad de mi fortuna accederías a servirme?
- Estando en igualdad de condiciones no tendría motivo para servirte.
- ¿Y si te diera toda mi fortuna?
- Si yo tuviera todo ese dinero, no tendría ninguna necesidad de servir a nadie.

(Cuento oriental)

1 comentario:

Verónica Sánchez dijo...

ME ha gustado; Muy buena respuesta la del Rapsoda.

Saludos! ;)