sábado, 6 de diciembre de 2008

Tras el Escaparate

He visto los escaparates con esas luces (fulminantes) que atraviesan los ojos, que casi no dejan un minuto al descanso; repletos de bombillas, animalitos y figuras provenientes de otros mundos. Parece que tengan vida propia, como si el automovimiento constituyera en ellos uno más de sus herrajes. Los ademanes de esos "seres", inquilinos imprescindibles de las tiendas, se balancean en armonía con los anunciadores villancicos, casi de la mano, dejando la sensación de que han estado largos meses ensayando para ese instante: uno de ellos, silbando; otro, labrando; un tercero bailando... mientras entonan su canto. Y frente a los escaparates, con rostros hinchados de ilusión, los niños, asidos a las manos de sus padres, entre carantoñas y cariños que reciben en los mofletes para atemperar el frío de la noche. Sí, ya he visto los escaparates… porque ya se ve la Navidad.
Eleuterio Maisonnave (generosa avenida comercial en Alicante, en cuyo nervio central vive El Corte Inglés –lógico-) me ha brindado un anticipo este fin de semana, y hasta yo, por unos minutos de pura abstracción (¿o será "elevación"?), he llegado a sentirme como esos párvulos con caras levemente enrojecidas por el airecillo invernal, que se aferran al brazo protector de mamá en el centro de una marabunta que se arremolina. No es fácil deslindar sentimientos y economía en estas fechas; emociones y practicidad; verdad y apariencia, he pensado. Pero agradezco los embrujos que cada año la Navidad deja, sus fríos, sus replacetas relucientes por una fina lluvia que termina de caer, sus castañas humeantes con que me sorprende alguna esquina… El brazo del ser querido mientras paseas y te llenas de ese todo.
Así, cuando hace poco miré los ojos de esos niños, y noté sus impulsos, me creí de nuevo uno de ellos, con mofletes rojos y esperanzas vestidas de luces, millones de luces que nunca se apagan. Y me acordé que yo también, no hace tanto, alargué mi fantasía en el fondo de un escaparate, como ése, creyéndome todo lo que en su fondo mi mente era capaz de crear.

(Claudio Rizo Novelda)

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