lunes, 3 de febrero de 2014

La paja, la brasa y la alubia

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Hace muchos años, vivía en un pequeño pueblecito, una anciana a la que le encantaba comer alubias. Un buen día, mientras estaba cociendo su plato favorito, una alubia se escapo de la olla, cayendo al suelo junto a un pequeño trozo de paja y un ascua que acababa de saltar del fuego.
Antes de que las otras dos se decidieran a decir algo, la paja se animó a romper el hielo:
-Saludos ¿cuál es vuestra procedencia?
La brasa le contestó: -Yo vengo del fuego. Por suerte he conseguido escapar, antes de consumirme.
La alubia dijo: – Al igual que tú, he conseguido sortear al destino y no perecer junto a mis hermanas.
-No os creáis que mi destino iba a ser distinto -replicó la paja-.Mis compañeras han sido usadas para encender el fuego y ya veis lo que queda de ellas.
.Y ahora ¿a dónde vamos? –dijo la brasa
-Propongo-sugirió la alubia-que salgamos de aquí cuanto antes y marchemos las tres juntas a ver mundo.
Aceptaron las otras dos la sugerencia y salieron de allí, hacia los desconocido. Al cabo de un rato se encontraron en su camino un arroyo, que solo podían cruzar con la ayuda de la paja. Esta se puso como pasarela, con tan mala suerte que la brasa, al ver las aguas del arroyo, se incendió y cayó junto a la paja al arroyo.
La alubia al verlas, comenzó a reírse tanto, que estallo. Sin embargo, logró sobrevivir gracias a un sastre que por allí pasaba y que la recompuso con hilo de color negro, con el que le dio su característica raya negra.

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