viernes, 21 de diciembre de 2012

Artabán, el cuarto Rey Mago

Cuenta una leyenda que fueron cuatro y no tres los Reyes Magos de Oriente. En un principio partieron juntos, siguiendo a la estrella de oriente, para adorar al niño Jesús, Pero el cuarto rey, que llevaba vino y aceite como presente, se vio sorprendido por un imprevisto.

Tras varios días de camino, los cuatro reyes se internaron en el desierto. Una noche les pilló de sopetón una tormenta. Todos los reyes se resguardaron bajo amplios mantos tras sus camellos, pero el cuarto rey, al que todos conocían como Artabán y que solo contaba con un burro, buscó resguardo en la cabaña de un pastor.

A la mañana siguiente, ya pasada la tormenta, esta había desperdigado todas las ovejas del pobre pastor quien no tenía forma de volver a reunirlas. Ante esta situación, Artabán se encontraba ante un dilema: si ayudaba al pastor se retrasaría de la caravana y no conocía el camino. Pero, por otro lado, su buen corazón le decía que no podía dejar así a aquel pastor. Así que decidió quedarse a ayudarle.

Cuando terminó se dio cuenta de que los otros reyes ya estaban muy lejos y que no podría alcanzarles, pero continuó su viaje tratando de acelerar el paso para acortar las distancias. Cada vez que se acercaba a la caravana se encontraba con otro pobre que necesitaba de su ayuda. Mientras prestaba su ayuda, la estrella ya se había perdido y solo quedaban huellas medio borrosas de los otros reyes. Trató de seguirlas pero tuvo que detenerse muchas otras veces para auxiliar a otras personas.

Tras muchos años, ya muy anciano, llegó a Jerusalén y allí se encontró con Jesús al que le pidió perdón por no haber ido a adorarle cuando era un niño. Jesús lejos de estar enfadado, se alegró de haberle conocido por fin, ya que le habían hablado de las buenas acciones que había realizado.”


(Del blog: "Cuento a la vista")

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