domingo, 5 de diciembre de 2010

Navidad o Vanidad


El 25 de diciembre de 2001 los calendarios de medio mundo sufrieron una metamorfosis incomprensible para la mayoría de los habitantes del planeta. El número 25 aparecía como de costumbre, en gran tamaño y coloreado de rojo, pero en su parte inferior no era NAVIDAD lo que podía leerse, sino algo muy diferente: VANIDAD. Todos los que fueron testigos de aquel fenómeno se rascaron la cabeza al mismo tiempo, como si de una instrucción genética se tratase, aunque nadie supo hallar una respuesta razonable al enigma, lo cual, por otro lado, era lógico, puesto que nada tiene que ver el mundo de los humanos con el de las letras del abecedario.

Todo comenzó a principios de diciembre, cuando la proximidad de las fiestas navideñas impregnaba el ambiente. Durante la primera semana de mes se celebró el último Congreso Alfabético del año, y fue allí donde se gestó el germen de la revolución. "Queridas compañeras", dijo la I cuando le fue otorgado el turno de palabra, "he de manifestar mi más enérgica protesta ante la situación actual. Formo parte de una palabra que ha perdido su contenido, y me niego a seguir el juego. Yo dimito de la palabra NAVIDAD". Las 26 letras asistentes al congreso (la W se encontraba ausente, pues había sido invitada a un congreso de ideogramas japoneses) emitieron murmullos de aprobación las unas y de indignación las otras, mientras que la Z se limitaba a bostezar sonoramente recostada en su sillón. "Para reforzar mi postura y demostrar lo obsoleto del término en cuestión", siguió hablando la I, " propongo como prueba la realización de un desfile de significantes".

Fue la N quien inició el desfile: "nochebuena, nieve y Noel", dijo. Continuó la A, que ofreció "alegría, amistad y aguinaldo". La V, por su parte, vociferó: "verano, vacaciones, viajes y villancico". La D, por último, se dirigió al auditorio diciendo: "domingo, descanso, duermevela y dormitar". Terminadas estas intervenciones, la I tomó aire y recitó de carrerilla: "impresentable, idiota, imbécil, inútil, ingenuo, insensible, iletrado, iluso, imperfecto e ignorante". Los asistentes a tan enérgico alegato permanecieron impávidos e inmóviles en sus asientos tras la retahíla de la I, y nadie se atrevió a respirar.

"Lo que intento decir", continuó la I, "es que si hay alguna palabra que haya perdido su contenido por el camino esa es NAVIDAD. Además, ¿no les parece contradictorio que una raquítica, escuálida y anoréxica I comparta espacio con la D? Mírenla, toda oronda ella, y, por si fuera poco, por partida doble. Ella sí, con su panzudo vientre, es digna de ocupar el lugar que invade, como representante gráfico de las mesas atiborradas de manjares que abundan en estas fechas. Pero yo, ¿qué pinto?".

Las letras se miraban las unas a las otras. La CH hacía corrillo con la LL y buscaban con la mirada a la RR que de tanto en tanto aparecía por allí, por aquello del equilibro de fuerzas. La G con la J, por la simpatía de sonidos; la B y la V mantenían sus tradicionales disputas, y la Ñ aprovechó la ocasión para abandonar sigilosamente la sala y buscar una barra de bar.

"Señoras y señores", iba concluyendo la ponente, "es hora de recapacitar y de hacer un examen de conciencia. Hubo un tiempo en el que decir NAVIDAD tenía un significado, era una evocación, suponía una equivalencia clara con la realidad. Pero hoy, por mucho que nos pese, todo eso se ha perdido. Como bien saben, ‘todo viaja hacia su difuminación’, y nosotras no íbamos a ser menos. Quizá sea hora de efectuar cambios en el equipo y adaptarnos a los nuevos tiempos. Estoy convencida de que otras letras realizarían nuestra función de mejor manera. Y pienso, por ejemplo, en la P de Playstation, de plazos y de pagar; en la C de compras, cajeros, cabalgatas y centros comerciales. En la R, de Reyes, de regalos y, también, de rebajas. En la G, de gastar y Gameboy. O en la misma V de videojuegos y videoconsolas. ¿Me puede alguien decir dónde está el espíritu navideño?

Nadie lo dijo, claro. Y las letras del alfabeto se limitaron a asentir mientras se lamentaban del cariz que habían adquirido los nuevos tiempos, tiempos vanidosos y nada navideños. Y la N y la V pasaron a la acción y decidieron, permutando sus posiciones, dar el primer paso para cambiar el destino.

(Oberón)

2 comentarios:

cajita de leche dijo...

Muchas Gracias!! Esperaba con ansias los cuentos. Catalina, Los Andes Chile.

Anónimo dijo...

Precioso cuento.
Parece que las letras adivinaron... mi decepción al perder la inocencia y lo expresaron de forma magistral.