lunes, 27 de abril de 2009

Barriendo impurezas

Cuentan que un hombre mayor que había recorrido años y kilómetros en la búsqueda del camino espiritual, topó un día con un monasterio perdido en las sierras. Al llegar alli, tocó a la puerta y pidió a los monjes que le permitieran quedarse a vivir en ese lugar para recibir enseñanzas espirituales. El hombre era analfabeto, muy poco ilustrado, y los monjes se dieron cuenta de que ni siquiera podría leer los textos sagrados, pero al verlo tan motivado decidieron aceptarlo.
Los monjes comenzaron a darle, sin embargo, tareas que, en un principio, no parecían muy espirituales.."Te encargarás de barrer el claustro todos los días" -le dijeron.
El hombre estaba feliz. Al menos, pensó, podría reconfortarse con el silencio reinante en el lugar y disfrutar de la paz del monasterio, lejos del mundanal ruido.
Pasaron los meses, y en el rostro del anciano comenzaron a dibujarse rasgos más serenos, se lo veía contento, con una expresión luminosa en el rostro y mucha calma. Los monjes se dieron cuenta de que el hombre estaba evolucionando en la senda de la paz espiritual de una manera notable. Un día le preguntaron: ¿"Puedes decirnos qué práctica sigues para hallar sosiego y tener tanta paz interior?" -"Nada en especial. Todos los días, con mucho amor, barro el patio lo mejor que puedo. Y al hacerlo, también siento que barro de mí todas las impurezas de mi corazón, borro los malos sentimientos y elimino totalmente la suciedad de mi alma".

(Cuento tibetano)

5 comentarios:

Paquita Pedros dijo...

Preciosa historia
un beso

Anónimo dijo...

Y todos tenemos impurezas de la cual debemos deshacernos para ser mejores personas. Deberíamos practicar frecuentemente la actividad de barrerlas fuera de nuestra vida.

Abrazos! =)

toñi dijo...

Una historia muy hermosa!!

Un beso

Zulexia dijo...

Qué blog tan bello y lleno de cuentos maravillosos.

Un besito.

velarde dijo...

me encanta.. como siempre un placer pasear por ti blog. besos dama.