El Fuego no puede jamás estar quieto en un solo lugar, y también el Agua se mueve sin descanso. En cuanto al Honor, era un huésped de cuidado, y por esto lo persuadieron para que viajara en su compañía.
Pero antes de ponerse en camino, convinieron en darse una señal de reconocimiento, y así poder encontrarse por si acaso llegase a alejarse y a perderse el uno del otro. Dijo el Fuego:
— Si por si acaso sucediese que yo me separase de vosotros, allí donde veáis humo: ésta es mi señal, y ahí ciertamente me encontraréis.
— En cuanto a mí -dice el Agua-, si me perdiera de vista, no me busquéis donde veáis sequedad o grietas de tierra; allí donde encontréis sauces y mucha vegetación, allí estaré yo.
— En cuanto a mí -dice el Honor-, abrid bien los ojos y procurad no perderme nunca de vista; porque si, por mala suerte, me perdéis, aunque sea una sola vez, no me podréis volver a encontrar nunca más.
Gaspar Gozzi
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