Mostrando entradas con la etiqueta Honestidad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Honestidad. Mostrar todas las entradas
lunes, 3 de febrero de 2014
Corazón de piedra
En un país muy lejano, había una princesa de extraordinaria belleza, riqueza e inteligencia, a la que todos los hombres se acercaban para conseguir su dinero. Harta de tener que soportar a tales individuos, difundió el siguiente mensaje: solo se casaría con aquel que fuera capaz de entregarle el regalo más lujoso,dulce y franco. Un mensaje que llegó rápidamente a todos los rincones del reino, llenando en un abrir y cerrar de ojos, el palacio de todo tipo de regalos, entre los que destacaba uno en particular. ¿Qué era? Una simple y llana piedra, llena de musgo y líquenes.
Un regalo que enfureció de tal manera a la princesa, que mando llamar inmediatamente a su dueño, para que le explicara el porqué de tan feo regalo.
-Comprendo vuestro enfado-dijo el joven pretendiente-, pues no es un regalo que os pueda parecer a vuestra altura. Dejadme deciros, que esa fea roca que contempláis, no es lo que vuestros ojos ven, ya que lo que he querido representar con ella, es mi humilde corazón. Como veis, es algo tan valioso como vuestras riquezas, franco porque no os pertenece y llegará a ser dulce, si lo colmáis con amor.
Al escuchar estas palabras, la princesa cayó totalmente enamorada de este perspicaz joven, al que envió durante un largo período de tiempo, una ingente cantidad de regalos para atraerle. Pero nada de esto parecía atraerle a su curioso pretendiente. Cansada de esforzarse, sin obtener resultado, lanzó la piedra al fuego, descubriendo con su calor una preciosa estatua dorada.
Fue entonces cuando se dio cuenta de lo que si quería conquistar el corazón de su amado, debía alejarse de las cosas superficiales y prestar atención a lo verdaderamente importante. De esta manera, dejó atrás todos sus lujos y altanería, ayudando a todos aquellos habitantes que la necesitaban, gracias a los cuales consiguió casarse con su amado.
Etiquetas:
Amor,
Honestidad,
Humanidad,
Tesón,
valores
domingo, 9 de junio de 2013
¡Ninguno!
El pequeño Chad era un muchachito tímido y callado. Un día, al llegar a casa, dijo a su madre que quería preparar una tarjeta de San Valentín para cada chico de su clase. Ella pensó, con el corazón oprimido: "Ojalá no haga eso", pues había observado que, cuando los niños volvían de la escuela, Chad iba siempre detrás de los demás. Los otros reían, conversaban e iban abrazados, pero Chad siempre quedaba excluido. Así y todo, por seguirle la corriente compró papel, pegamento y lápices de colores. Chad, dedicó tres semanas a trabajar con mucha paciencia, noche tras noche, hasta hacer treinta y cinco tarjetas.
Al amanecer del Día de San Valentín, Chad no cabía en sí de entusiasmo.
Apiló los regalos con todo cuidado, los metió en una bolsa y salió corriendo a la calle. La madre decidió prepárale sus bizcochos favoritos, para servírselos cuando regresara de la escuela. Sabía que llegaría desilusionado y de ese modo esperaba aliviarle un poco la pena. Le dolía pensar que él
no iba a recibir muchos obsequios. Ninguno, quizá.
Esa tarde, puso en la mesa los bizcochos y el vaso de leche. Al oír el bullicio de los niños, miró por la ventana. Como cabía esperar, venían riendo y divirtiéndose en grande. Y como siempre, Chad venía último, aunque caminaba algo más de prisa que de costumbre.
La madre supuso que estallaría en lágrimas en cuanto entrara. El pobre venía con los brazos vacíos. Le abrió la puerta, haciendo un esfuerzo por contener las lágrimas.
-Mami te preparó leche con bizcochos-dijo.
Pero él apenas oyó esas palabras. Pasó a su lado con expresión radiante, sin decir más que:
-¡Ninguno! ¡Ninguno!
Ella sintió que el corazón le daba un vuelco.
Y entonces el niño agregó:
-No me olvidé de ninguno! ¡Ninguno!
Dale Galloway
Al amanecer del Día de San Valentín, Chad no cabía en sí de entusiasmo.
Apiló los regalos con todo cuidado, los metió en una bolsa y salió corriendo a la calle. La madre decidió prepárale sus bizcochos favoritos, para servírselos cuando regresara de la escuela. Sabía que llegaría desilusionado y de ese modo esperaba aliviarle un poco la pena. Le dolía pensar que él
no iba a recibir muchos obsequios. Ninguno, quizá.
Esa tarde, puso en la mesa los bizcochos y el vaso de leche. Al oír el bullicio de los niños, miró por la ventana. Como cabía esperar, venían riendo y divirtiéndose en grande. Y como siempre, Chad venía último, aunque caminaba algo más de prisa que de costumbre.
La madre supuso que estallaría en lágrimas en cuanto entrara. El pobre venía con los brazos vacíos. Le abrió la puerta, haciendo un esfuerzo por contener las lágrimas.
-Mami te preparó leche con bizcochos-dijo.
Pero él apenas oyó esas palabras. Pasó a su lado con expresión radiante, sin decir más que:
-¡Ninguno! ¡Ninguno!
Ella sintió que el corazón le daba un vuelco.
Y entonces el niño agregó:
-No me olvidé de ninguno! ¡Ninguno!
Dale Galloway
Etiquetas:
Amor,
Educación,
Honestidad,
Humildad,
ingenuidad
lunes, 25 de febrero de 2013
El trabajador honesto
Juan trabajaba en una empresa hacia dos años. Era muy serio, dedicado y cumplido con sus obligaciones. Llegaba muy puntual, y estaba orgulloso de no haber recibido nunca ni una amonestación. Cierto día, buscó al gerente para hacerle una petición:
- "Señor, trabajo en la empresa desde hace dos años con, bastante esmero, y estoy a gusto con mi puesto, pero siento que he sido dejado de lado. Mire, Femando ingresó en un puesto igual al mío hace sólo seis meses, y ya ha sido promovido a supervisor."
- "¡Aha!", contesto el gerente. Y, mostrando cierta preocupación, le dijo:
- "Mientras resolvemos esto, quisiera me ayudes a resolver un problema. Quiero dar frutas para la sobremesa del almuerzo de hoy. Por favor, averigua si en la tienda de enfrente tienen frutas frescas."
Juan se esmeró en cumplir con el encargo, y a los cinco minutos estaba de vuelta.
- "Bien, ¿qué averiguaste?"
- "Señor, tienen naranjas a la venta."
- "Y, ¿cuanto cuestan?."
- "¡Ah!, no pregunté."
- "Bien. ¿Viste si tenían suficientes naranjas para todo el personal?."
- "Tampoco pregunté eso."
- "¿Hay alguna fruta que pueda sustituir a la naranja?."
- "No lo sé señor, pero creo. .."
- "Bueno, siéntate un momento."
El gerente cogió el teléfono e hizo llamar a Fernando. Cuando se presentó, le dio las mismas instrucciones que a Juan, y a los diez minutos estaba de vuelta. El gerente le preguntó:
- "Bien Fernando, ¿qué noticias me tienes?."
- "Señor, serían naranjas, las suficientes para atender a todo el personal y si prefiere tienen plátanos, papayas, melones o mangos. La naranja esta a 1,50 euros el kilo; el plátano a 2,20; el mango 2,30; la papaya y el melón a 1,80 euros el kilo."
- " Me dicen que si la compra es por cantidades, nos dan un descuento del 10 %. Dejé separadas las naranjas, pero si usted escoge otra fruta, debo regresar para confirmar el pedido."
- "Muchas gracias, Fernando. Espera un momento."
Entonces se dirigió a Juan, que seguía allí:
- "Juan, ¿qué me decías?."
- "Nada señor... eso es todo. Con su permiso."
Alejandro Magno y Diógenes
Al oír hablar sobre Diógenes, Alejandro Magno quiso conocerlo. Así que un día en que el filósofo estaba acostado tomando el sol, Alejandro se paró ante él.
Diógenes se percató también de la presencia de aquel joven espléndido. Levantó la mano como comprobando que, efectivamente, el sol ya no se proyectaba sobre su cuerpo. Apartó la mano que se encontraba entre su rostro y el del extraño y se quedó mirándolo.
El joven se dio cuenta de que era su turno de hablar y pronunció:
- "Mi nombre es Alejandro El Grande”. Pronunció esto último poniendo cierto énfasis enaltecedor que parecía más bien aprendido.
- "Yo soy Diógenes el perro”
Hay quienes dicen que retó a Alejandro Magno con esta frase, pero es cierto también que en Corinto era conocido como Diógenes el perro. Alejandro Magno era conocido en la polis así como en toda la Magna Grecia.
A Diógenes no parecía importarle quien era, o quizá no lo sabía.
El emperador recuperó el turno:
- "He oído de ti Diógenes, de quienes te llaman perro y de quienes te llaman sabio. Me place que sepas que me encuentro entre los últimos y, aunque no comprenda del todo tu actitud hacia la vida, tu rechazo del hombre virtuoso, del hombre político, tengo que confesar que tu discurso me fascina".
Diógenes parecía no poner atención en lo que su interlocutor le comunicaba. Más bien comenzaba a mostrarse inquieto. Sus manos buscaban el sol que se colaba por el contorno de la figura de Alejandro Magno y cuando su mano entraba en contacto con el cálido fluir, se quedaba mirándola encantado.
- “Quería demostrarte mi admiración", dijo el emperador. Y continuó: "Pídeme lo que tú quieras. Puedo darte cualquier cosa que desees, incluso aquellas que los hombre más ricos de Atenas no se atreverían ni a soñar".
- “Por supuesto. No seré yo quien te impida demostrar tu afecto hacia mí. Querría pedirte que te apartes del sol. Que sus rayos me toquen es, ahora mismo, mi más grande deseo. No tengo ninguna otra necesidad y también es cierto que solo tú puedes darme esa satisfacción”
Mas tarde Alejandro comentó a sus generales: "Si no fuera Alejandro, me hubiera gustado ser Diógenes."
Etiquetas:
Cuentos para Noah,
Honestidad,
listos y listillos,
sabiduría
viernes, 21 de diciembre de 2012
Artabán, el cuarto Rey Mago
Cuenta una leyenda que fueron cuatro y no tres los Reyes Magos de Oriente. En un
principio partieron juntos, siguiendo a la estrella de oriente, para adorar al
niño Jesús, Pero el cuarto rey, que llevaba vino y aceite como presente, se vio
sorprendido por un imprevisto.
Tras varios días de camino, los cuatro reyes se internaron en el desierto. Una noche les pilló de sopetón una tormenta. Todos los reyes se resguardaron bajo amplios mantos tras sus camellos, pero el cuarto rey, al que todos conocían como Artabán y que solo contaba con un burro, buscó resguardo en la cabaña de un pastor.
A la mañana siguiente, ya pasada la tormenta, esta había desperdigado todas las ovejas del pobre pastor quien no tenía forma de volver a reunirlas. Ante esta situación, Artabán se encontraba ante un dilema: si ayudaba al pastor se retrasaría de la caravana y no conocía el camino. Pero, por otro lado, su buen corazón le decía que no podía dejar así a aquel pastor. Así que decidió quedarse a ayudarle.
Cuando terminó se dio cuenta de que los otros reyes ya estaban muy lejos y que no podría alcanzarles, pero continuó su viaje tratando de acelerar el paso para acortar las distancias. Cada vez que se acercaba a la caravana se encontraba con otro pobre que necesitaba de su ayuda. Mientras prestaba su ayuda, la estrella ya se había perdido y solo quedaban huellas medio borrosas de los otros reyes. Trató de seguirlas pero tuvo que detenerse muchas otras veces para auxiliar a otras personas.
Tras muchos años, ya muy anciano, llegó a Jerusalén y allí se encontró con Jesús al que le pidió perdón por no haber ido a adorarle cuando era un niño. Jesús lejos de estar enfadado, se alegró de haberle conocido por fin, ya que le habían hablado de las buenas acciones que había realizado.”
(Del blog: "Cuento a la vista")
Tras varios días de camino, los cuatro reyes se internaron en el desierto. Una noche les pilló de sopetón una tormenta. Todos los reyes se resguardaron bajo amplios mantos tras sus camellos, pero el cuarto rey, al que todos conocían como Artabán y que solo contaba con un burro, buscó resguardo en la cabaña de un pastor.
A la mañana siguiente, ya pasada la tormenta, esta había desperdigado todas las ovejas del pobre pastor quien no tenía forma de volver a reunirlas. Ante esta situación, Artabán se encontraba ante un dilema: si ayudaba al pastor se retrasaría de la caravana y no conocía el camino. Pero, por otro lado, su buen corazón le decía que no podía dejar así a aquel pastor. Así que decidió quedarse a ayudarle.
Cuando terminó se dio cuenta de que los otros reyes ya estaban muy lejos y que no podría alcanzarles, pero continuó su viaje tratando de acelerar el paso para acortar las distancias. Cada vez que se acercaba a la caravana se encontraba con otro pobre que necesitaba de su ayuda. Mientras prestaba su ayuda, la estrella ya se había perdido y solo quedaban huellas medio borrosas de los otros reyes. Trató de seguirlas pero tuvo que detenerse muchas otras veces para auxiliar a otras personas.
Tras muchos años, ya muy anciano, llegó a Jerusalén y allí se encontró con Jesús al que le pidió perdón por no haber ido a adorarle cuando era un niño. Jesús lejos de estar enfadado, se alegró de haberle conocido por fin, ya que le habían hablado de las buenas acciones que había realizado.”
(Del blog: "Cuento a la vista")
Etiquetas:
Enseñanzas,
Honestidad,
Humanidad,
Leyendas
domingo, 9 de septiembre de 2012
Los Tres Tesoros
Érase una vez... que había un muchacho que heredó tres tesoros de su padre, cada uno de ellos en un arcón cerrado.
El primer arcón era grande y muy pesado. En él estaba la palabra escrita "TALENTOS", y estaba llena de monedas de oro y plata, una fortuna con la que podía comprar el mundo.
El segundo aun era más grande y pesado. En él estaba grabada la palabra "COMPASIÓN" y estaba lleno de anillos mágicos. Cada anillo permitía a la persona que lo llevaba sentir las emociones de la persona o criatura que deseara.
El tercero era el mayor de los tres y también el más pesado. En él estaba escrita la palabra "HONOR", pero el muchacho desconocía su contenido.
El chico tenía dos llaves, una para el arcón de los TALENTOS y otra para el de la COMPASIÓN. Pero su padre no le había dejado la llave del HONOR. Le había dicho que debía usar los talentos y que la compasión era algo que siempre debía tener a mano y a plena disposición. El honor, le había dicho, es algo que suele desaprovecharse fácilmente. Para poseerlo, el muchacho debía encontrar por sí mismo la llave que abría el arcón.
El chico cogió el gran arcón de los talentos y lo gastó con cuidado. Por cada talento que gastaba recibía de un hombre el título de una parcela de tierra, y acabó poseyendo el mundo entero.
Después cogió el arcón más grande y pesado: el de la compasión. Uno tras otro se colocó todos los anillos en los dedos y pudo comprender las esperanzas y los temores de todas las personas y animales del mundo. Cuando hubo acabado, los amaba a todos y se convirtió en un gran gobernante.
Por último cogió el arcón del honor y buscó una llave para abrirlo. Dondequiera que fuese, ordenaba a sus sirvientes que llevaran todas las llaves que encontraran y que las probaran. Mucha gente lo instó a que rompiera el arcón y viera su contenido, pero el joven rechazó la sugerencia, porque la violencia no podía ser la llave del honor. Durante 10 años dio la vuelta al mundo sin encontrar la llave del honor.
- Alguien la esconde - pensaba -, pero la encontraré.
Volvió a salir de su mundo, llevándose con él el arcón de la compasión. Cuando alguien se acercaba para darle más llaves se ponía un anillo para ver si sus corazones escondían alguna llave especial que le permitiera abrir el arcón. Muchos volvieron a insistir en que rompiera el arcón, pero el hombre, ya mayor, se negó. Volvió a viajar durante 20 años más pero no consiguió encontrar la llave del arcón del honor.
- Poseo el mundo y los corazones de todos sus habitantes - pensaba -¿Cömo puede un hombre sin honor gobernar el mundo y sus corazones?.
Volvió a salir al mundo, llevándose consigo tambien el arcón de los talentos, lleno de heroicidades.
- No he encontrado la llave del honor y no puedo gobernar este mundo ni los corazones de su gente si no tengo honor - dijo a sus servidores, entregando a cada uno de ellos una parcela de tierra y un anillo mágico.
Muchos volvieron a insistir en que rompiera el arcón, pero el anciano se negaba constantemente. En los últimos 40 años había recorrido el mundo tres veces y ya era un hombre muy mayor.Ya sólo le quedaban tres arcones, dos de ellos vacios y uno que no podía abrir.
- En una ocasión el mundo y toda la gente me pertenecieron. Ahora mis talentos han desaparecido, se me ha acabado la compasión y no tengo nada que dejarle a mi hijo, salvo este arcón que no puedo abrir.
Pero cuando tocó el arcón con la mano, éste se abrió y vió que en su interior había dos arcones cerrados. En uno estaba la palabra grabada "TALENTOS", y en el otro "COMPASIÓN", y cada uno tenía su llave puesta.
- Ahora lo entiendo -se dijo-. El honor no es algo que pueda gastarse outilizarse, sino algo que hay que consevar.La clave del honor es conservarlo, siempre, y transmitírselo a tu hijo como herencia. ¡Como me alegro de no haberme cansado nunca de cargar con él y de no haberlo roto para conocer su contenido!.
Con mucho cuidado sacó los arcones de los TALENTOS y de la COMPASIÓNfuera, y al cerrar el del honor, vacio,el arcón volvió a pesar lo mismo que cuando tenía los dos arcones en su interior. Entonces hizo llamar asu hijo.
- "Hijo, yo ya soy muy mayor y me gustaría darte estos tres tesoros..."
El primer arcón era grande y muy pesado. En él estaba la palabra escrita "TALENTOS", y estaba llena de monedas de oro y plata, una fortuna con la que podía comprar el mundo.
El segundo aun era más grande y pesado. En él estaba grabada la palabra "COMPASIÓN" y estaba lleno de anillos mágicos. Cada anillo permitía a la persona que lo llevaba sentir las emociones de la persona o criatura que deseara.
El tercero era el mayor de los tres y también el más pesado. En él estaba escrita la palabra "HONOR", pero el muchacho desconocía su contenido.
El chico tenía dos llaves, una para el arcón de los TALENTOS y otra para el de la COMPASIÓN. Pero su padre no le había dejado la llave del HONOR. Le había dicho que debía usar los talentos y que la compasión era algo que siempre debía tener a mano y a plena disposición. El honor, le había dicho, es algo que suele desaprovecharse fácilmente. Para poseerlo, el muchacho debía encontrar por sí mismo la llave que abría el arcón.
El chico cogió el gran arcón de los talentos y lo gastó con cuidado. Por cada talento que gastaba recibía de un hombre el título de una parcela de tierra, y acabó poseyendo el mundo entero.
Después cogió el arcón más grande y pesado: el de la compasión. Uno tras otro se colocó todos los anillos en los dedos y pudo comprender las esperanzas y los temores de todas las personas y animales del mundo. Cuando hubo acabado, los amaba a todos y se convirtió en un gran gobernante.
Por último cogió el arcón del honor y buscó una llave para abrirlo. Dondequiera que fuese, ordenaba a sus sirvientes que llevaran todas las llaves que encontraran y que las probaran. Mucha gente lo instó a que rompiera el arcón y viera su contenido, pero el joven rechazó la sugerencia, porque la violencia no podía ser la llave del honor. Durante 10 años dio la vuelta al mundo sin encontrar la llave del honor.
- Alguien la esconde - pensaba -, pero la encontraré.
Volvió a salir de su mundo, llevándose con él el arcón de la compasión. Cuando alguien se acercaba para darle más llaves se ponía un anillo para ver si sus corazones escondían alguna llave especial que le permitiera abrir el arcón. Muchos volvieron a insistir en que rompiera el arcón, pero el hombre, ya mayor, se negó. Volvió a viajar durante 20 años más pero no consiguió encontrar la llave del arcón del honor.
- Poseo el mundo y los corazones de todos sus habitantes - pensaba -¿Cömo puede un hombre sin honor gobernar el mundo y sus corazones?.
Volvió a salir al mundo, llevándose consigo tambien el arcón de los talentos, lleno de heroicidades.
- No he encontrado la llave del honor y no puedo gobernar este mundo ni los corazones de su gente si no tengo honor - dijo a sus servidores, entregando a cada uno de ellos una parcela de tierra y un anillo mágico.
Muchos volvieron a insistir en que rompiera el arcón, pero el anciano se negaba constantemente. En los últimos 40 años había recorrido el mundo tres veces y ya era un hombre muy mayor.Ya sólo le quedaban tres arcones, dos de ellos vacios y uno que no podía abrir.
- En una ocasión el mundo y toda la gente me pertenecieron. Ahora mis talentos han desaparecido, se me ha acabado la compasión y no tengo nada que dejarle a mi hijo, salvo este arcón que no puedo abrir.
Pero cuando tocó el arcón con la mano, éste se abrió y vió que en su interior había dos arcones cerrados. En uno estaba la palabra grabada "TALENTOS", y en el otro "COMPASIÓN", y cada uno tenía su llave puesta.
- Ahora lo entiendo -se dijo-. El honor no es algo que pueda gastarse outilizarse, sino algo que hay que consevar.La clave del honor es conservarlo, siempre, y transmitírselo a tu hijo como herencia. ¡Como me alegro de no haberme cansado nunca de cargar con él y de no haberlo roto para conocer su contenido!.
Con mucho cuidado sacó los arcones de los TALENTOS y de la COMPASIÓNfuera, y al cerrar el del honor, vacio,el arcón volvió a pesar lo mismo que cuando tenía los dos arcones en su interior. Entonces hizo llamar asu hijo.
- "Hijo, yo ya soy muy mayor y me gustaría darte estos tres tesoros..."
Etiquetas:
Educación,
Enseñanzas,
Entrega,
Esfuerzo,
Fábulas,
Honestidad,
valores
Suscribirse a:
Entradas (Atom)