Una muñeca de
sal recorrió miles de kilómetros de tierra firme, hasta que, por fin, llegó al
mar. Quedó fascinada por aquella móvil y extraña masa, totalmente distinta de
cuanto había visto hasta entonces.
- ¿Quién eres
tú? - le preguntó al mar la muñeca de sal.
Con una
sonrisa, el mar le respondió:
- Entra y
compruébalo tú misma.
Y la muñeca se metió en el mar. Pero, a medida que se adentraba en él, iba
disolviéndose, hasta que apenas quedó nada de ella. Antes de que se
disolviera el último pedazo, la muñeca exclamó asombrada:
- ¡Ahora ya sé quién soy!.
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