martes, 12 de febrero de 2013

El hombre que se tragó la Luna

Érase una vez un hombre muy pobre que malvivía solo en una casita en el monte.
Cada día tenía que salir a buscar leña y ramas para calentarse y vender en el
pueblo para poder comprar comida.
Un anochecer en que, como de costumbre, regresaba a su casa acarreando
trabajosamente un pesado haz de leña y maldiciendo su mala fortuna, alzó la vista
y vio la Luna brillando en el cielo; se encaró hacia ella y alzando el puño dijo:
-Luna, baja y trágame.
Pero la Luna no bajó.
Al día siguiente, de nuevo volvió a pronunciar las mismas palabras
-Luna, baja y trágame
mientras volvía cargado con un enorme saco de piñas para la lumbre.
Así pasaron varios días, siempre cargado, siempre maldiciendo su mala estrella y
diciéndole a la Luna
-Luna, baja y trágame
Llegó la noche en que la Luna brillaba más que nunca, era Luna Llena y su
claridad iluminaba el sendero por el que renqueando bajo el peso de un gran haz
de troncos y maldiciendo, como cada día, nuevamente se encaró con la luna y
alzando el puño le dijo
-Luna, baja y trágame
Y así lo hizo; bajó la luna y se lo tragó y desde entonces, cada vez que hay luna
llena, si os fijáis bien, podréis ver su silueta acarreando eternamente su haz de
leña.

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