domingo, 27 de diciembre de 2015

El dolor de pie y la aspirina


Conocí un hombre que sufría enormemente por un constante dolor en un pie. Jamás acudió al doctor porque decía, podía ser algo grave y no quería saberlo. Además, una simple aspirina calmaba su dolor. Cuando el dolor volvía, otra pastilla. Cuando el dolor era fuerte, tomaba dos. Así pasó el resto de su vida, entre el dolor del pie y el alivio que la medicina le proveía. Cuando murió -por otras causas-, el médico que certificó su muerte, notó que tenía enterrado un clavito en el pie.

Así vivimos la vida, eludiendo nuestro dolor por miedo y llenándonos de paliativos, cuando la solución -que consideramos imposible de existir- está más cerca de lo que creemos.

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