Sufría mucho un labrador al ver siempre disputando a sus hijos.
Jamás estaban de acuerdo en nada, y sus continuas peleas los separaban cada vez más.
El pobre hombre pensó entonces que había que darles una lección y un día los reunió a su alrededor.
He recogido estas ramas para hacer fuego -les explicó-, y quisiera cortarlas, pero parece que ya no tengo fuerza, por lo que les pido que me ayuden.
Y al decirlo, entregó al mayor de los jóvenes las ramas reunidas en un haz.
Muy orgulloso de su fuerza, lo tomó el muchacho para partirlo, pero todos sus intentos fracasaron.
Pasó el haz de leño a otro de sus hermanos, y este a otro, y el otro a aquel, pero ninguno logró quebrar las ramas reunidas.
Entonces el labrador soltó el atado y dándoles las ramas por separado, hizo que las partieran, lo que consiguieron con toda facilidad.
-¿Lo ven hijos? -dijo entonces- Mientras estén separados, será fácil vencerlos. Pero nadie podrá contra ustedes si están unidos.
(Anónimo)
lunes, 4 de enero de 2010
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