jueves, 25 de junio de 2009
Lo que el olvido perdió
- Aún no ha venido, espero con impaciencia, -se oyó una voz desgastada en años.
- No se apure señor, llegará, seguro, solo hay que esperar.
- No creo, -dijo el anciano mirando a los ojos a la enfermera, no creo que venga ya, ya soy un viejo, ya no tengo frescura, ya no tiene motivos para prestarme atención, ya lo he vivido todo, ha estado tanto tiempo lejos de mi, es lógico, se cansó de que no quisiera llamarla nunca, de no querer verla, se cansó de esperar, desapareció de mi vida para siempre.
-No diga eso, no se entristezca, por favor, la verá aparecer por ese pasillo, con su carita sonriente, con su melena desordenada, con ese esplendoroso brillo de cielos en su mirada.
- No, ya no me queda mucho tiempo más, ya gasté todo el tiempo de su compañía, apenas quedan segundos y todo ya se desvanecerá.
- No diga eso, por favor, no sea tan pesimista, quizá esta misma tarde, dentro de un rato la vea.
De repente como un vendaval alguien se asomó por la puerta de la habitación:
- hola, mi lindo viejecito ¿cómo va todo?, ¿qué tal estamos hoy?
- ¡es ella!, ¡ella!, ha venido, - dijo el viejo con un hilillo de voz sujetando el brazo de la enfermera… el anciano afianzó su débil vista en ella… la recorrió con su mirada, la desgastó con infantil ilusión.
Ella vestía una chaqueta color verde azulado, vaqueros desgastados rematados en un estrecho cinturón, elegantes botas de punta color marrón con bolso de piel a juego, ajustado, en su cuello, un sedoso pañuelo de tono verde aguamarina, cuidadosame anudado, pelo recogido hacia atrás por unas gafas de sol y labios pintados con el color de su latente ilusión.
-No he podido llegar antes, pero ¡aquí estoy!
- ¡Gracias!, gracias por venir dijo el anciano temblando de emoción, gracias por venir, no me has fallado, por fin te viiii… las últimas letras cayeron al suelo en silencio mientras cerraba sus ojos para siempre dejando en sus labios una sonrisa de satisfacción.
La cara de ella, al notarlo, se estrujó de dolor, de sus ojos brotaron lágrimas suaves que hicieron surcos en su piel.
-Llegaste tarde, - se oyó la voz de la enfermera.
- ¿Tarde?, ¿qué tratas de decirme?
- Que apenas ha podido verte unos segundos… se murió.
- No, no, no, no, no hables así, no digas eso, no puede ser, me he dado prisa, apenas me llamó salí corriendo lo dejé todo, vine en cuanto pude.
- Pues tardaste demasiado… - repitió con desgana la enfermera.
-No creí que estuviera tan al borde de… cuando me llamó me dijo que estaba bien, que me esperaba tranquilamente para charlar un rato, tomarnos una copa, hablar de los viejos tiempos, me dijo que quería darme un beso, que quería verme.
- Pues lo lamento, ya es tarde para esa charla, ya se marchó,- concluyó la enfermera sin variar su tono de voz.- Salgamos, dejemos a los enfermeros que hagan su trabajo.
Y aquella figura trajeada de verde con sus labios de entristecida ilusión, salió de la habitación y se alejó con la cabeza baja pensando para sus adentros: cuántas veces deseé que me llamara y no me llamó, cuantas veces paseaba por delante de su habitación y al ver la puerta cerrada, al no escuchar nada no me atrevía a entrar y pasaba de largo… y él en el último momento en ese instante en que ya alguien como yo resulta inútil ¡pensó en mi!, siempre fue tan especial, tan distinto, me llamó, trató de que estuviera a su lado, como si hubiera sido esa fiel compañera que nunca le falló, necesitando que me llamara durante tantos años y en ese último instante… me llamó… y yo… yo apenas llegué para dedicarle una última sonrisa. ¿qué me detuvo? ¿qué me pasó? - inquirió con profunda tristeza y desasosiego la ESPERANZA.
Ah, ya lo recuerdo, dijo brotando de ella de nuevo una lágrima de dolor, me encontré con el OLVIDO y me entretuve unos minutos charlando con él, me dijo que había perdido algo, nos pusimos a buscarlo pero nada encontramos, solo sé que me lió, me entretuve con él demasiado tiempo, si hubiera estado menos tiempo con el Olvido… ni tan siquiera supe qué había perdido.
- Había perdido la ESPERANZA… porque la necesitaba yo - se oyó una voz dulce surgiendo de los cielos.
La Esperanza, mirando al cielo, comprendió y sonrió.
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Este es un cuento que quiero dedicar a toda esa gente que a veces se detiene a buscar en el Olvido lo que sólo se puede encontrar en la Esperanza.
(Cristina Mena)
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1 comentario:
Hola cielo un precioso cuento a veces necesitamos buscar en el olvido
es un placer leerte
un beso
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