Había una vez cuatro velas que lentamente se quemaban en una pequeña habitación. El lugar era tan silencioso que hasta se podía escuchar la conversación que mantenían entre ellas.
La primera de las velas dijo: YO SOY LA PAZ, pero lamentablemente las personas no consiguen mantenerme encendida. No sé cuánto tiempo más me mantendré iluminando hasta que me apague – fue terminar de decir eso y dejó de alumbrar.
La segunda dijo: YO ME LLAMO FE, lamentablemente mi llama es muy superflua. Son pocos los que quieren saber de mí, no encuentro sentido para permanecer encendida. Fue terminar de hablar y la suave brisa que corría por la habitación la apagó.
Muy triste la tercera de las velas dijo: YO SOY EL AMOR, no tengo más fuerza para seguir iluminando, nadie me aprecia y todos me hacen a un lado. La gente hasta se olvida de su círculo más cercano e incluso los que han recibido mucho de mí, me dan la espalda. Y sin más se apagó.
De pronto entró en la habitación un niño y al ver las tres velas apagadas dijo: ¿QUE ES ESTO? Por favor. debéis estar encendidas hasta el final – y se echó a llorar.
No tengas miedo – dijo la última de las velas que permanecía intacta – Mientras yo tenga fuego podremos encender a las demás. YO SOY LA ESPERANZA. El niño, con los ojos todavía llorosos, tomó la vela y encendió a las demás
viernes, 14 de septiembre de 2012
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